Un cenicero se estrella contra la pared sobre la cabeza de Alex y su hija Maddy. Él, borracho como una cuba, le amenaza mientras la niña grita despavorida. Finalmente estrella su puño contra la pared a escasos centímetros de la cara de Alex. 

En mitad de la noche, Alex coge a su bebé en brazos y huye sin un plan trazado, más allá de alejar a su hija de esa vida. 

Cuando la trabajadora social le anima a denunciar al agresor para poder acudir a un centro para mujeres que han sufrido su misma situación de violencia, Alex le sorprende contestando: «no quiero quitarle una cama a una mujer que haya sufrido un abuso real».

La trabajadora social, sorprendida, le responde: «¿Y cómo son los abusos falsos? ¿Intimidación, amenazas, control?»

Siento el spoiler, pero este fragmento recoge parte de la trama de la serie «La Asistenta». Una «ficción» basada en tantos hechos reales que cada día viven miles de mujeres en todos los rincones del mundo. Relatos que, por desgracia, incluso llegan a superar esa desgarradora ficción.

Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, venían a la cabeza esas escenas, en las que no profundizaremos para no seguir con el spoiler de una serie muy recomendable, sobre todo a las generaciones más jóvenes que, por desgracia, estamos constatando cómo repiten patrones de generaciones pasadas tal y como refleja el informe «No es Amor», llevado a cabo por Save The Children. En este estudio, además de constatar que los roles de género vigentes en la sociedad se perpetúan en las generaciones más jóvenes, señalan que existe una normalización de la violencia en la pareja que dificulta que las víctimas se perciban como tales. En 2021, tras múltiples campañas de sensibilización y denuncia, las adolescentes víctimas de violencia de género no se identifican como tales porque, como indica el informe, tanto el foco de las campañas de prevención como la ficción que crea nuestro imaginario colectivo, suele estar en mujeres adultas. 

No solo las adolescentes escapan a la normatividad con la que entendemos el perfil de víctima de violencia de género. Si la invisibilidad es uno de los rasgos de la definen, imaginemos el resultado cuando quien la sufre acumula además condiciones de vulnerabilidad, como es el caso de mujeres con diversidad funcional, migrantes, mujeres trans o las mujeres en situación de prostitución. El estigma, la invisibilización y la negación de la violencia de género por parte de grupos de la sociedad son obstáculos para la igualdad. 

La violencia contra las mujeres se ejerce en múltiples contextos, y engloba toda violencia física, sexual y psicológica de la que son objeto. Según la macroencuesta de violencia contra la mujer elaborada por el Ministerio de Igualdad en 2019; 1 de cada 2 mujeres (57,3%) residentes en España de 16 o más años han sufrido violencia a lo largo de sus vidas por ser mujeres. Un total de 11.688.411 mujeres. El 99,6% de las mujeres que han sufrido violencia sexual experimentaron ésta por parte de un agresor hombre, en su mayoría amigo o conocido.  

Tan importante como los registros de estadísticas para reflejar la magnitud de la fragrante vulneración de derechos que sufren en este caso las mujeres por el hecho de serlo, es sensibilizar a la ciudadanía en cuestión de derechos humanos. Desde las organizaciones de la sociedad civil como Fundación por la Justicia, trabajamos en visibilizar realidades para concienciar a la sociedad y avanzar en el reconocimiento y cumplimiento de los derechos de todas las personas. A través de actividades como formaciones en Agenda 2030, coloquios con defensoras de derechos humanos de mujeres trans o el festival de cine de derechos humanos Humans Fest, creamos espacios de reflexión y contribuimos a generar narrativas, ampliar el abanico de realidades que logren acabar con estigmas que sufren algunos colectivos, y concienciar y movilizar a la sociedad para potenciar la acción colectiva por los derechos humanos. 

Una tarea en la que es fundamental la implicación del cine, las plataformas de contenidos, las artes, redes sociales y campañas publicitarias, etc., como en el caso de «La Asistenta», cumpliendo con su importante papel de sensibilización, visibilización y prevención ante hechos más graves para poder de una vez por todas hacerle frente a esta horrible lacra de violencia física, verbal, emocional, y sistémica contra la mujer y, por extensión, contra sus hijos e hijas.