E l Ministerio de Agricultura somete desde hace días a información pública el documento de la versión inicial del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027. Antes del 31 de diciembre, deberá ser aprobado en Consejo de Ministros y remitido a Bruselas para recabar también el visto bueno de las instituciones comunitarias. Si tienen interés en leerlo, pueden descargarlo en la página web del Ministerio. Les aviso que tienen para rato: son 219 páginas, que se complementan con un Estudio Ambiental Estratégico de 1.289 páginas más y con una serie de documentos sobre condicionalidad, pagos directos, intervenciones sectoriales, desarrollo rural o relevo generacional, entre otros aspectos. Esta documentación nos permite tener claras determinadas cosas. En primer lugar, España va a tener casi 48.000 millones de euros para repartir en el periodo 2023-2027, de los cuales más de 24.000 irán a pagos acoplados, 12.000 a ayudas básicas a la renta, 5.500 millones a los ecoesquemas, 2.400 a ayudas complementarias a la renta y algo menos de 500 a los pagos a jóvenes agricultores. Sin embargo, no está definido en el documento el reparto por autonomís, cuestión peliaguda que el Ministerio parece haber dejado para otro momento. Estamos ante una PAC mucho más medioambiental, tal como se viene diciendo desde la aprobación del Pacto Verde Europeo, y atendiendo a las exigencias de las estrategias De la Granja a la Mesa y de Biodiversidad. Habrá condicionalidad reforzada y nuevas obligaciones para adaptarnos a los ecoesquemas, que por supuesto pagaremos los productores. También se define el criterio de agricultor activo, aquel afiliado a la Seguridad Social por cuenta propia o con rentas procedentes al menos en un 25% de la actividad agraria, quedando exentas de las implicaciones de este concepto aquellas personas que hayan percibido menos de 5.000 euros en ayudas directas durante el último ejercicio. Es curioso que este trámite llega un momento muy particular, con el campo en pie de guerra, coincidiendo con la primera de las movilizaciones anunciadas por el sector ante la escalada de costes de producción y la situación de crisis por la que atraviesan la mayoría de las producciones. Lo escrito en negro sobre blanco, y pese a que uno de los objetivos específicos del PEPAC es el apoyo a una renta viable y a la resiliencia de las explotaciones, muestra en muchos sentidos un notable desapego de la realidad a pie de parcela. Así que cuidado, ¡que viene la PAC!