Nos estamos acostumbrando a que se critique una propuesta sin conocerla, que se desautorice un informe sin haberlo leído, que se desprecie un trabajo sin profundizar en su contenido. Es una pena porque supone destruir sin proponer.

Cuando las voces agoreras desprecian la propuesta de reutilización del cauce nuevo del Túria, sin duda no conocen el contenido del trabajo que se hizo al respecto porque, en ese trabajo, no hay ni una sola línea que sugiera obstaculizar su función protectora. La propuesta lo que contiene son acciones complementarias para el uso del cauce mientras no lleve agua, y sin hipotecar que pueda llevarla. Así de sencillo.

Que ahora el cauce baje con un determinado caudal nos alegra, no vayan a creer, porque supone que funciona, aunque sea útil una vez cada cincuenta años. Lo que pretendemos es reflexionar acerca de qué se puede hacer para que se utilice el resto del tiempo que permanece seco sabiendo que se puede inundar. No es difícil de entender.

Se construyó ese cauce, con sus luces y sus sombras, y hecho está. Lo que se pretende es mejorarlo, simplemente, con miradas de hoy, con objetivos de hoy, con las posibilidades de hoy, tantos años después. ¿Alguien puede imaginar que se propone hacer posible una nueva riada?

Nadie tendría una habitación en su casa bloqueada porque puede venir un invitado, que vendrá, pero no sabemos cuándo. Mientras tanto, mientras eso ocurre, tenemos alternativas, posibilidades, nuevos usos, todo ello sin impedir que cuando venga el invitado, esté cómodo y tranquilo.

Ahora tenemos un informe acerca de ese proceso. Seguramente es más útil analizarlo, completarlo, enriquecerlo, en lugar de desear el fracaso ajeno. Se llama «Estudios previos para establecer el potencial medioambiental y de uso público del Nuevo Cauce del río Túria», y está al servicio de todas aquellas personas interesadas.

No son quimeras ni desvaríos municipales. No son sueños de una noche de verano. Son posibilidades reales de un territorio herido que pide a gritos una nueva mirada. Otras ciudades lo han hecho, lo han experimentado ganando espacios para las personas y para ampliar la biodiversidad y la naturaleza, sin que eso suponga poner en peligro a la ciudadanía.

València tiene en el Nuevo Cauce una garantía, sin duda. Pero también tiene en él un espacio de oportunidad único, un potencial extraordinario tanto para mejorar las condiciones de vida de la gente, como para volver la mirada hacia el planeta y su complejidad.

No es una ocurrencia, es el compromiso con el futuro.