El jueves 7 de abril se entregaron los Premios Dones Progressistes 2022, en su 28 edición. Una tarde de reencuentros, reconocimientos a mujeres poderosas por su activismo y puesta a punto del feminismo valenciano. La Federació de Dones Progressistes nos convoca en esta fiesta jubilosa sin desaprovechar la oportunidad de la crítica, la autocrítica y el reseteo de la agenda feminista. Su presidenta, Amàlia Alba, se caracteriza por discursos claros, concisos y rotundamente contundentes. Nos puso en alerta y citó con nombres y apellidos a los enemigos del feminismo, sin miedo, sin temblarle el pulso y alertando también de los cómplices de la ultraderecha: «El PP empieza a usar el término violencia intrafamiliar, contribuyendo a la confusión y ocultación de la violencia machista, algo profundamente preocupante».

 Anteriormente y en sintonía con el discurso de clausura de Amàlia Alba, la premiada filósofa Rosa M. Rodríguez Magda señaló que  «nos están robando las palabras, se sustituye el concepto mujer por otros que nos borran como sujeto político del feminismo y lo peor de todo es que, siendo las mujeres diversas, no somos una diversidad más». La pensadora aprovechó su breve discurso de agradecimiento para regalarnos una píldora magistral de teoría feminista, tan necesaria –dijo– como el activismo. Rodríguez Magda es una de esas intelectuales a las que siempre conviene escuchar con bolígrafo en mano. Y si en su caso comparte palabras cargadas de sentido, criterio y análisis, otra de las premiadas, Concha Martínez, fotógrafa y activista, reivindica el espacio de las mujeres a través de sus imágenes. Desde este espacio quiero sumarme al cariño de todas las asistentes: Concha, aunque no pudieras recoger tu merecido reconocimiento, te sentimos y abrazamos en todo momento. Otro premio fue para el Front Abolicionista del País Valencià, por su incesante lucha abolicionista de la pornografía y la prostitución. La consellera Bravo fue crítica con el patriarcado judicial y la falta de autocrítica; animó a seguir levantando la voz abolicionista porque permite denunciar una realidad  –la explotación sexual de mujeres– injustificable en una sociedad democrática. En la misma línea, la última homenajeada, Altamira Gonzalo, jurista feminista, confesó su vergüenza por situarse España en el segundo puesto del ránking mundial en consumo de prostitución. Entregaba el premio Rosa Peris, diputada de las Cortes Valencianas, quien destacó que Altamira se entregó en cuerpo y alma a la ley integral contra la violencia de género: «Las mujeres como ella, desde la Asociación Themis, eran los ojos de los tribunales que transmitían a los que tenían que legislar las medidas que necesitaban».

Entre las asistentes en el Ateneo de València, mujeres progresistas de incuestionable trayectoria. Julia Sevilla, precursora del feminismo constitucional en España, sigue tan revolucionaria como siempre, henchida de jovialidad. Eli García, diputada de Igualdad, María Such, directora del Instituto Valenciano de las Mujeres, Teresa Blat, secretaria General de Dones Progressistes, Marina Gilabert, secretaria de Clásicas y Modernas, Gusi Bertomeu, directora de Artefinal Studio, Chelo Álvarez, presidenta de Alanna, Marcela Jabbaz, socióloga, entre otras. La agenda feminista sigue su camino. El futuro será feminista por tantas mujeres progresistas a las que ni el fascismo, ni el capital, ni el patriarcado, ni la dictadura trans confunde en su claro objetivo: la igualdad real entre hombres y mujeres.