Con la concentración de tropas terrestres rusas en el sureste ucraniano, si la guerra se enquista podría correr el riesgo de extenderse a países limítrofes. No solo a las fronteras rusas, también con Moldavia si Putin lanzara una ofensiva desde la zona norte, Transnistria, donde el ejército ruso cuenta con 1.700 efectivos. Mientras, algunos bombardeos siguen en la zona oeste y en Kyiv. No es descartable que continue hostigando esta zona, que pase a los ataques químicos, e incluso un posible atentado con falsa bandera en Rusia. Todo ello dependiendo del curso de la guerra e incluso de que Putin quisiera seguir provocando al apoyo occidental a Ucrania.

Esto va a avivar viejos conflictos, no solo los postsoviéticos congelados, como ya ocurre en Askthat, también en otras partes del mundo a modo de nuevas revueltas del hambre en países importadores en vías de desarrollo, África, Oriente Medio y Latinoamérica.

Sobre la bipolaridad

Mucho se comenta que vamos hacia una nueva bipolaridad o guerra fría, pero este análisis sería demasiado occidental si no fuera porque hay nuevas potencias emergentes que continuarán con sus dinámicas (BRICKS, ASEAN, LATAM, África). Lo que se interrumpe con esta guerra es la cooperación política occidental con Rusia, no solo en asuntos bilaterales, también en el seno de organizaciones multilaterales como Naciones Unidas. Aunque en esto último podría salvaguardarse el control conjunto que ejercen sobre la producción nuclear de Irán, Pakistán y Corea. Asistimos también a un desacoplamiento entre sus economías y relaciones comerciales. Pero el resto del mundo, sobre todo África, Latinoamérica, China, India y más países asiáticos, van a seguir sus lazos comerciales con Rusia y ninguna analogía con Corea del Norte es aplicable. En ese caso lo sería con Irán, potencia nuclear venida a menos en lo económico, sujeta a sanciones, pero que intenta seguir jugando al expansionismo con sus países satélite. Con las sanciones económicas Rusia dejará de ser una potencia, que junto con la descapitalización que está experimentando, su economía podría desplomarse hasta un 35%, pasando a ser más dependiente de China.

Sobre Naciones Unidas

En las votaciones de la Asamblea General se han retratado los países no alineados, como los 17 africanos, Brasil, Argentina y México, que se abstuvieron de condenar la agresión, y muchos más votaron contra las sanciones. Esto se explica por las dependencias comerciales y por no querer meterse en las guerras de poder entre las grandes potencias.

Esta guerra ha puesto más de manifiesto que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad no representan el actual orden mundial ni refleja los equilibrios de poder del siglo XXI. Se quedó en los países vencedores de la segunda guerra mundial, y la entonces URSS ya ni existe ni lo que queda de ella es representativo de la lucha contra el nazismo, pero tampoco refleja la realidad actual con las potencias emergentes. Japón quedó excluido por estar en el bando agresor, pero hoy es uno de los principales contribuyentes a la paz. Se cuestiona que el veto de un solo país sea superior a la voluntad de la comunidad internacional, y que esté continuamente bloqueando su iniciativa ante las guerras y los conflictos. Rusia ha impedido desde 2011 con 17 vetos que se lleve a cabo una transición en Siria, y junto a China impidió una repuesta al golpe en Myanmar y la guerra en Etiopía. Con lo que hay propuestas de ampliar a doce los miembros permanentes (incluyendo a India, Alemania, Japón, Brasil, Sudáfrica), eliminar el veto, y que las decisiones se tomen por mayoría e incluso rubricadas por dos tercios de la Asamblea General. Si no se reforma acelerará el declive preexistente en su papel de mantenimiento de la seguridad, limitada ya a delegar este papel en los organismos regionales y a mitigar los conflictos.

Expansionismo autócrata versus democrático

La preocupante batalla que se libra en suelo europeo es entre el modelo de democracia liberal basada en el Estado de derecho, las libertades públicas e individuales, el pluralismo y el respeto a la diversidad, frente al modelo autocrático de poder represivo. Eurasia saldrá más perjudicada que el eje anglo-americano con la guerra de precios y por el acaparamiento de las materias primas. Pero en esta relocalización de los procesos de producción seguiremos cooperando y comerciando con otras dictaduras.

Lo que sufre Ucrania es más que una invasión, es un proyecto totalitario con una fuerte base doctrinal de odio aniquilador a todo lo que represente la democracia. Es un nacionalismo expansionista hostil que seguirá vivo tras la desaparición de Putin. Hay otros líderes del Kremlin, y su partido conservador Rusia Unida, además de otros como el comunista, que defienden la expansión rusa basada en que occidente les asedia y en una trasnochada restitución del antiguo imperio. La doctrina de Karaganov tiene también su influencia en la sociedad rusa, y son muchos los líderes de otros partidos políticos, incluido el comunista, que defienden la desnazificación y desmilitarización de otras zonas, incluido Kazastán. Aunque la belicosidad es un rasgo muy característico de la personalidad de Putin, con el que se inició en el Kremlin con la guerra chechena, en la georgiana ya les acusaba de ser unos fascistas que les amenazaban, y ahora acusa hasta a Polonia de amenaza rusófoba, con lo que el expansionismo ultraortodoxo y anti occidental/democrático está lo suficientemente arraigado para sobrevivir a Putin.