La transformación digital avanza hacia un enfoque más individualizado del cuidado de la salud. La medicina personalizada busca ajustar las terapias y la prevención de enfermedades a través de un perfilado de precisión. En este sentido, se distinguen el genotipo (constitución genética de la persona, que permite adecuar la medicación al ADN individual) y el fenotipo, que incluye las expresiones detectables del material genético en un determinado ambiente (morfología, coloración, comportamiento de los seres vivos).

En el caso de los humanos, los smartphones y los dispositivos wearables han dado lugar al concepto de fenotipo digital, permitiendo el estudio de pautas de comportamiento, hábitos de sueño y actividad física, interacciones sociales o fórmulas de comunicación. La huella online de cada individuo (búsquedas web, asistencia a consultas médicas) va a permitir monitorizar y anticipar comportamientos y riesgos relacionados con la salud física y mental.

La empresa estadounidense Apple ya trabaja en la detección de la depresión, ansiedad o deterioro cognitivo a partir del ritmo cardíaco y respiratorio, los datos de movilidad, los patrones de sueño o las formas de teclear. La firma Fleksy desarrolla software de teclado virtual que registra el intervalo de tiempo entre pulsaciones y las sugerencias aceptadas para elaborar fenotipos digitales, interesantes para detectar y manejar patologías neurológicas. Otras empresas (como Kintsugi o Ellipsis Health) analizan la voz como biomarcador del estado de salud mental de la persona.

En la Universidad de Potsdam investigan el fenotipado digital para reducir la frecuencia de las crisis epilépticas y la Universidad de Texas busca un «fenotipo digital del embarazo» para comprender mejor los factores de riesgo.

El fenotipado digital debe también resolver cuestiones éticas y de privacidad. Con todo, avanzamos hacia un «fenotipo extendido» físico y digital de cada persona, para conseguir mejorar su bienestar y calidad de vida.