Las manifestaciones en las que la Sra. Oltra se considera «víctima y dique de contención de una ultraderecha que podía dirigir sus acusaciones contra cualquiera de nosotros», nos comprometen y obligan a manifestar nuestro pensar.

Una primera reflexión es clara: prefiero confiar en los votos de los ciudadanos y en los tribunales de justicia, de ellos espero defensa frente a una posible arbitrariedad dirigida contra mi persona. Es más, de los jueces debería esperar su defensa la Sra. Oltra. En su caso al estar aforada y comparecer ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad, se establecen las máximas garantías que, por cierto, no se ofrecen a todos los ciudadanos; por tanto, razonando desde el reiterado punto de vista de quien se considera inocente, la Sra. Oltra debe acudir ante el tribunal con toda la confianza y agradeciendo todas las garantías que la sociedad pone en función de su juicio. A su vez, debe hacer honor a su palabra, reiterada en diversos foros y momentos, y retirarse de la Vicepresidencia hasta que haya una sentencia; no permita Sra. Oltra que se diga de Ud. que «no tiene palabra». La práctica de la honradez y la veracidad es sin duda alguna un principio de la democracia.

Es, por otra parte, el momento de recurrir a la reflexión que nos trasladó Juan de Mairena al abrir sus enseñanzas:

«La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.

Agamenón.-   Conforme.

El porquero.-   No me convence».

Cuando la tradición oral de una comunidad hace suya una reflexión formulada en una obra escrita podemos considerar que se oraliza la reflexión por considerarla clave, determinante del futuro de personas y grupos. Ahora bien, esa oralización, que correrá como el fuego sobre la pólvora, no recoge el texto escrito, sino interpretado. Como hemos visto, al oralizar esta enseñanza de Juan de Mairena, solo nos ha llegado «La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero». Y, sin embargo, la enseñanza de Mairena abre una lectura muy distinta porque el principio (el valor de verdad de lo dicho o escrito no depende de la condición social de quien ha hablado) solo es aceptado por el poderoso Agamenón; el porquero, la persona humilde, no se muestra convencido por el principio, expresa sus dudas porque sin duda sabe de las múltiples ocasiones en las que sus palabras han sido desconsideradas aunque haya dicho verdad. ¿En qué posición se coloca Compromis, en la de Agamenón o en la de la persona humilde? Sra. Oltra, deben situarse en la lectura del porquero y requerir ese juicio para dejar a salvo y con buen nombre el quehacer de la Generalitat. Así dejará a salvo unos servicios, ofrecerá una garantía a cuantos puedan precisarla en el futuro. Por ello muchos hacemos valer la lectura del porquero.

Cerraré esta reflexión con otra enseñanza de Mairena:

«La política, señores es una actividad importantísima... Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes».