Loles León es una superviviente. Sus progenitores emigraron a la Barceloneta y creció en un apartamento minúsculo. A través de una ventana miraba muy a lo lejos un pedacito de mar. Soñaba con una vida de artista, sabiendo que, los sueños, según para quién, sueños son. El espectáculo «Una noche con ella» deviene un acto de justicia y reparación, a saber: la memoria histórica de Loles León, artífice de un universo propio no exento de penuria, dificultades e incertidumbre. La obra da visibilidad a Loles León, ¿actriz? Definirla como tal simplifica demasiado la policromía de una trayectoria que trasciende la interpretación. La tetracromía del personaje de Loles la convierte en un género artístico en sí mismo: creadora, intérprete, creativa, guionista, persona, cantante, chica Almódovar, cómica, tremendista, hiperbólica, indómita, cabaretera… Supo adaptarse a una España difícil que la puso a dormir en un garaje recién llegada a Madrid a la búsqueda de un escenario, cargada de maletas e ilusiones, aunque dejando atrás el cordón umbilical que nos ata inexorablemente. «Una noche con ella» abriga la majestuosidad del universo Loles León: mucho desparpajo, diversión asegurada y una pertinente dosis de realismo biográfico teñido de ficciones útiles. Por eso, decía, justicia y reparación: Loles León es una obra de arte diseñada a sí misma, articulada por la lucha, el dolor y la tenacidad –cabezonería– de una mujer que se forjó a sí misma en una época sin influencers ni medios para publicitarse.

Artífice del cabaret literario, sedujo la prestigiosa pluma del maestro Francisco Umbral, quien el 28 de marzo de 1987 dedicaba su Tribuna en El País a una Loles León desconocida mediáticamente. Todo un hito pues una columna íntegra del Umbral de los ochenta era algo así como el noticiero y notario oficial de la realidad, todo el mundo soñaba con que Paco Umbral le dedicara unas líneas. Imagínense una tribuna. La sociedad, alta o baja, seguía los consejos del dandy literario, quien dijo de Loles que «hace cabaret intelectual. O sea, el cabaret que está de vuelta, como lo estamos de nosotros mismos». Las salas madrileñas empezaron a abarrotarse. Poco después llegaría la chica Almodóvar, la Loles televisiva en series, programas de entretenimiento… La Loles del pueblo. «Una noche con ella» concentra solemnemente la complejidad de Loles León: ella es lo más de lo más, sin excepción.

Un niño pasaba por la puerta del teatro. Le dijo a su madre: «¡Mira, mamá, esa sale en La que se avecina!». A este crío y a todas las madres, a los padres, al mundo, conviene animarlos a pasar una noche con ella, con Loles León, para evitar simplificar o reducir la historia de una vida de sacrificio y majestuosidad artística. Como majestuoso es el espectáculo que nos brinda Loles. Magníficos sus bailarines y cantantes, el pianista y la intimista decoración acompañada de la proyección de imágenes y cortos. El vestuario de Loles marca época. Yo ya he pasado una noche con ella. Bueno, dos. La anterior fue una cena con la protagonista, mi amiga Valentina y Lolita Flores. Y a mí, que soy muy de Loles, me gustaría pasar otra noche con ella. ¡No se la pierdan!