Hoy, 25 de noviembre, entregarán los Reyes en la Lonja los premios Rei Jaume I 2022. Será la primera vez que no asista Santiago Grisolía, fundador e impulsor de los mismos, quien nos dejó el pasado día 4 de agosto, a tan solo cinco meses de cumplir cien años. Un breve acto conmemorará al inicio el justo tributo que merece su figura, en agradecimiento a su papel de defensor impenitente de la importancia de la ciencia, frente a la tradicionalmente escasa atención que se le prestaba en la España de hace cuarenta años.

Las cifras no engañan. Todavía no estamos donde nos corresponde. El repetido diagnóstico de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación se resumen en tres problemas que conviene recordar: su reducida dimensión para el grado de desarrollo del país (1,4% frente al 2,3% de la UE-27), la insuficiente implicación empresarial en la actividad innovadora (57% frente al 66% de la UE) y la todavía insuficiente interrelación entre los principales agentes: las universidades, los centros de I+D+i y las empresas. Hay que actuar en los tres frentes a la vez.

Pero no todo son malas noticias. Ni mucho menos. Afortunadamente la situación mejora en nuestro país y en nuestra Comunitat, cada vez con mayor convencimiento de las ventajas que se derivan de contar con empresarios mejor formados, empresas más innovadoras, universidades más potentes en investigación y transferencia tecnológica y de un mejor clima de cooperación entre los diferentes agentes. Todo empieza por conocerse más y mejor y aunque parezca extraño, no conocemos suficientemente las capacidades de muchas de las empresas y centros que tenemos en nuestro entorno. Por eso resulta crucial disponer de foros en los que se sientan personas que conocen bien las capacidades y las necesidades de unos y buscan la forma de cooperar para buscar conjuntamente soluciones a los problemas inmediatos y de futuro. Hoy estos foros ya existen y hay que potenciar su papel.

En este espíritu, las empresas y los grupos de I+D+i se internacionalizan para ganar competitividad y excelencia, ampliar sus horizontes de trabajo y reducir su dependencia del mercado interior. De esa forma, España se parece cada vez más a los países avanzados de Europa y su papel crece y lidera congresos, proyectos y organizaciones internacionales. Así. cada vez es más frecuente encontrar productos y servicios producidos por empresas españolas en los mercados exteriores, así como científicos y centros de investigación trabajando conjuntamente en consorcios internacionales. Y también es más frecuente encontrar a investigadores y empresarios nacidos fuera de España que trabajan entre nosotros y que, por cierto, pueden optar a ser Premios Rei Jaume I.

En contra del refrán popular que reza «Societats, maldats» la cultura de la cooperación avanza frente a la tradición individualista. Proyectos de cooperación empresarial, de empresas con departamentos e institutos universitarios, centros tecnológicos asociados entre sí o con empresas, son ejemplos de la gran variedad de formas de fortalecer y transformar a la vez el tejido productivo y la capacidad tecnológica de nuestro país. La investigación bajo contrato complementa las fortalezas y reduce las debilidades de las dos partes del contrato y se realiza en interés de ambas sin tener que recurrir al sentimiento altruista. La cooperación ciencia-empresa es una estrategia en la que todos ganan.

Los Premios Rei Jaume I contribuyen a dotar de mayor visibilidad a científicos y emprendedores que emplean su talento y comprometen sus vidas con los desarrollos de la ciencia, la tecnología y la innovación. Nuestros premiados son una muestra muy variada de excelencia científica, tecnológica y empresarial. Desde la capacidad que genera el cálculo numérico de las matemáticas aplicadas hasta la teledetección de la temperatura desde los satélites; desde la utilización de nuevas bases de datos para mejorar las políticas públicas hasta la cirugía digestiva más avanzada de nuestros días; desde las nanotecnologías más desarrolladas para el transporte y liberación de fármacos en los pacientes hasta la cooperación total ciencia-empresa en forma de emprendedora científica que funde en una misma persona la generación de conocimiento con la creación de empleo y riqueza en el entorno inmediato.

No será ni mucho menos la última vez que oigamos sus nombres porque es muy frecuente encontrar en los medios de comunicación, a lo largo del año, descubrimientos, desarrollos tecnológicos y proyectos de emprendimiento que llevan el sello y la autoría de algún Premio Rei Jaume I anterior. Por eso el día de la entrega de este galardón es un día grande en Valencia y en España. Porque destacamos a unas personas dedicadas a una actividad de la que depende más que de ninguna otra el bienestar nuestro y de las futuras generaciones.