Síguenos en redes sociales:

Cohen, revisitado

Leonard Cohen, nos dejó su adiós al escribir, «You want it darker», su última grabación en vida, editada el 21 de septiembre de 2016, al cumplir los 82 años, apenas dos meses antes de su muerte, 7 de noviembre de 2016, que aquí revisitamos. Estoy listo Señor, «I’m ready my Lord», advierte en su primera estrofa, cuando su hijo Adam, en el prólogo del libro póstumo de Leonard, La llama, señala que a su padre solo lo mantenía vivo la poesía, a nosotros su legado.

Una exposición titulada, «A crack in everything», un «crack» en todo, recogió en Copenhague, las múltiples facetas del autor, Leonard Cohen, que su país, Canadá, reconoció, igualmente, con la emisión de una serie de sellos conmemorativa del que hubiera sido su 85 aniversario. También en Lituania, en Vilna, una escultura, en bronce, hace memoria de que sus abuelos procedían de este país. Aquí, en València, recordamos su visita, en 2009, que con el paso del tiempo continúa resultándonos imborrable.

Como fueron sus palabras al recoger el Premio Príncipe de Asturias, en el Teatro Campoamor, de Oviedo, el 21 de octubre de 2011, «la poesía viene de un lugar que nadie domina y que nadie puede conquistar». En, «Take this waltz», es Lorca en estado puro, inundando con su poesía, arrolladora e íntima, el «Concert hall», vienés. Es Lorca, interpretado por un espíritu conceptual y expresivo. Es Cohen, poeta e intérprete, difícil y profundo, pero siempre luminoso.

Cohen, fue siempre un canadiense errante. Así, en, «The lost canadien», recogió una composición tradicional sobre la lucha de sus antepasados en el Estado de Québec, incluyendo una de las frases del himno oficial de Estado, «je me souviens», que hoy se puede encontrar en las matrículas de los vehículos. Es la búsqueda de la libertad adolescente, como la del pájaro sobre el alambre, «Bird on the wire», que nos llevó de su mano. Mientras en, «The partisan», en su francés natal, recuerda, «mais j’ai tant d’amis, j’ai la France entière», tengo tantos amigos, la Francia entera.

Imposible pasar por alto, aquellos primeros éxitos inolvidables, como, «So long, Marianne». Marianne Ihlen, con quien compartió años de felicidad en la isla griega de Hydra, cuyas cartas de amor alcanzan hoy cifras impensables, y cuyo documental, «Marianne & Leonard: Words of Love», de Nick Broomfield, disecciona la compleja relación entre ambos; como en, «Suzanne», recoge uno de los poemas del libro, «Los parásitos del cielo», «Suzanne takes you down», Suzanne te lleva, te lleva a su casa junto al río, y tú aceptas viajar con ella, quieres viajar a ciegas, porque sabes que puede confiar en ti, que puedes confiar en ella, pues tocasteis vuestros cuerpos perfectos con el pensamiento.

Parece ser que en una ocasión Bob Dylan dijo que, de no ser Dylan le gustaría parecerse a Leonard Cohen. Dylan colaboraría en el long play de Cohen, «Death of a ladies’ man», muerte de un mujeriego, producido por Phil Spector, e interpretaría, en diversas ocasiones, la célebre, «Halleluja» de Cohen. Asimismo Cohen admiraba a Dylan, de quien diría, haciendo referencia a uno de sus poemas, «There are some men», incluido en su libro, La caja de especias de la tierra, que hay hombres que debieran tener montañas para eternizar sus nombres en el tiempo. Dylan, era, para Cohen, uno de ellos. Cohen, para nosotros, es otro.

Pulsa para ver más contenido para ti