Cuarenta años han pasado desde la rotura de la presa de Tous. Y varios siglos de la primera inundación documentada a causa de una crecida del Xúquer. A pesar de que se han realizado múltiples obras para reducir el impacto de las avenidas del principal río de la Ribera, el sentimiento de indefensión permanece en una población que se sabe a merced del que se ganara el sobrenombre de «Devastador».

Hace aproximadamente veinte años parecía que el problema estaba cerca de solucionarse, cuando se desarrolló un plan para hacer frente a las inundaciones del Xúquer. Se contemplaron, entre las actuaciones más importantes, la construcción de nuevas presas de laminación: Estubeny, Montesa y el Marquesat, alzadas sobre los ríos Sellent, Cànyoles y Magre, respectivamente. El Ministerio de Medio Ambiente llegó a cifrar en más de 300 millones de euros la inversión necesaria para acometer todas las obras contempladas en el proyecto. El Gobierno se comprometió a darle prioridad, pero entonces llegó la crisis. Los papeles se guardaron en un cajón.

No fue hasta mediados del año pasado cuando el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico adjudicó el estudio de alternativas para reducir el riesgo de inundaciones de la Ribera del Xúquer, por un importe de 822.679 euros y un plazo de ejecución de 24 meses, a la empresa Técnica y Proyectos, SA (TYPSA).

Esta actuación se incluía en el Programa de Medidas del Plan de Gestión del Riesgo de Inundación de la Demarcación Hidrográfica del Júcar para el ciclo de planificación 2016-2021. Para poner en marcha este plan se realizóun estudio de coste-beneficio, cuyo informe final mostraba la viabilidad económica de las obras estudiadas, si bien, debido a su magnitud, necesitan ser priorizadas y definidas al detalle para proceder a su ejecución. El objetivo del contrato no era otro que redactar cinco proyectos básicos viables desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental. Estos proyectos permitirán encontrar soluciones a los problemas de inundación en la llanura de inundación del Xúquer También se contempló la redacción de diez estudios piloto para la adaptación al riesgo de inundación de edificaciones o instalaciones vulnerables en esta zona. Tanto los cinco proyectos básicos como los diez estudios piloto de adaptación al riesgo de inundación debían plantear soluciones para la protección de la población y los bienes; la recuperación del espacio fluvial y sus valores naturales, sociales y paisajísticos y la mejora en la gestión de los usos de suelo en la zona indudable y la conectividad ecológica entre los espacios naturales protegidos.

Descartadas

Por el camino, han caído algunos de los proyectos previstos en el pasado. Los primeros planes de defensa contra las riadas del Xúquer que se elaboraron tras las inundaciones de 1982 contemplaban además de la reconstrucción de la presa de Tous y los nuevos embalses de Escalona y Bellús, todos en funcionamiento desde hace años, otras tres presas encargadas de mejorar la seguridad de la Ribera mediante la regulación de los caudales de tres peligrosos afluentes como el Cànyoles, el Sellent y el Magre. Solo la primera figuraba en las últimas versiones del Plan Hidrológico de Cuenca.

Cuarenta años han pasado desde la rotura de la presa de Tous. Y varios siglos de la primera inundación documentada a causa de una crecida del Xúquer. Pero los vecinos de la Ribera todavía se preguntan cuándo podrán dormir tranquilos durante una noche de fuertes lluvias. 

A merced también de barrancos y de alcantarillados colapsados

El Xúquer no es el único culpable de los episodios recurrentes de inundaciones que amenazan la Ribera con cada estación tormentosa. Los barrancos o un sistema de alcantarillado que se ve desbordado ante las cada vez más habituales lluvias de intensidad torrencial añaden más riesgo a la comarca.

Durante los últimos años, las precipitaciones han adquirido una intensidad mayor. El cambio climático se traduce en fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. Da la sensación de que cada año se bate un nuevo récord. Y, con todo, ni siquiera ha hecho falta que el río se desbordase para ver calles de municipios de la Ribera completamente anegadas. Los barrancos son un enemigo más y los responsable de algunas de las inundaciones más recientes. Pasa en Alzira, Carcaixent, Alginet o Benifaió. Por ejemplo.

El episodio de fuertes lluvias que azotó con fuerza la capital de la Ribera Alta la madrugada del 6 de octubre evidenció que hay un elemento más en esta ecuación. Las zonas más vulnerables de la ciudad también pueden inundarse sin que los barrancos o el río se desborden. Las alcantarillas colapsaron ante unas precipitaciones de gran intensidad en un corto periodo de tiempo. Otro problema al que se deberá encontrar solución.