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Adiós a una leyenda y a unos tiempos

Adiós a una leyenda y a unos tiempos

Año 1918. El Trinquet de Pelayo anunciaba al Faixero como primera figura. El Xiquet de Simat ya estaba en su decadencia. Con el Faixero competían Fuster de La Llosa, Fuentes y El Lloco. La pilota valenciana se extendía por calles y trinquetes, con una presencia casi diaria en los periódicos valencianos de la época. Ya surgían las aficiones a otros deportes y que acabarían desplazando del alma de los valencianos su tradicional Joc de Pilota hasta reducirlo a la mínima expresión entrados los años sesenta. En aquellos tiempos del Faixero, en uno de los caseríos próximos a Eibar, el pueblo de las bicicletas y de las escopetas, nació Miguel Gallastegui, que como todos los chavalines vascos tuvo en el juego de pelota a mano su diversión preferida. Llegó a medir 1,85 metros. Era un verdadero chicarrón vasco. Alguien dijo si el famoso Josechu el Vasco de los tebeos no tuvo su fuente de inspiración en la envergadura del pelotari destinado a destronar a Atano III, de Azcoitia. Tal era la grandeza de Gallastegui que las empresas lo anunciaban muchas veces jugando solo contra una pareja. Eso lo veríamos en la pelota valenciana con Genovés, que jugó, prácticamente solo, contra los mejores tríos.

Cuando Gallastegui tenía nueve años el frontón Euskaduna de Bilbao encumbró a Mariano Juaristi como número uno de la pelota a mano al estilo vasco. Derrotó a Juan Bautista Azcárate, «Mondragonés». Atano III, considerado como la leyenda entre las leyendas de la pelota vasca, jugaba doce partidos al año y ganaba millones de pesetas. Mantuvo su corona durante 22 años. Le fue arrebatada por Miguel Gallastegui, fallecido hace tres días a la edad de 100 años, un 28 de noviembre de 1948 en el frontón de Vergara. En aquel tiempo ya era Juliet d' Alginet la primera figura de los trinquetes valencianos en dura competencia con los primeros síntomas de decadencia del Xiquet de Quart. Asomaba en los trinquetes la elegancia de Rovellet para encararse en pocos años a las cumbres.

La prensa de la época, la publicada en tierras vascas, así como la que se editaba para todo el territorio nacional destacó el gran acontecimiento que enfrentaba a Gallastegui y a Atano III, aunque todos tuvieran el pleno convencimiento de que Miguel se impondría a Mariano. Los diarios llegaron a calificar el duelo como Campeonato Mundial de Pelota a Mano, en uno de los excesos propios de aquellos tiempos. La reventa alcanzó precios muy superiores a las que se pagaban por la mejor corrida de toros de la época. Comenzó un reinado que se prolongaría hasta 1953 año en el que perdió el título por no presentarse a la final por desavenencias con la empresa organizadora.

La muerte de estas grandes figuras nos recuerda tiempos gloriosos de la Pelota a Mano. Tiempos en los que no había colegio nuevo que no construyera su frontón, por decisión de un ministro vasco, al que imitó muchos años después el conseller Tarancón con la orden de construcción de minitrinquetes escolares. Tiempos en que los grandes medios escritos nacionales informaban casi diariamente de los duelos de pelota a mano; tiempos, ya los primeros de la TVE en los que no faltaban las retransmisiones de la finales manomanistas con los Atano X, Azcárate, Retegui I€y la inconfundible voz de Juan Carlos Cárdenas. Tiempos en los que la información deportiva de los domingos por la tarde contemplaba el torneo de Federaciones. Tiempos, también, en los que la pelota valenciana decaía entre la indiferencia general, el menosprecio político y el tradicional meninfotisme de estas tierras.

Después llegaron los tiempos en que la despoblación rural y el empeño en encerrarse en lo propio, en lo local, fueron tumor mortal para la pelota vasca en el resto de España. Nadie innovó, nadie, ni siquiera desde los despachos generosamente pagados con dineros de todos de la propia Federación Española, activó planes de apoyo a un deporte que estaba profundamente arraigado en el alma de los viejos. Aquellos viejos ya se marcharon y la tarea que ahora toca realizar es titánica, enorme, contra todas las corrientes. Toda esa reflexión viene a cuento por la muerte de una de las leyendas de la pelota, homenajeada en tierras vascas y ya apenas conocida en el resto de España.

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