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Sin trompetas no hay concierto

Sin trompetas no hay concierto

Manolo el de Foios es un veterano aficionado con una fidelidad inquebrantable a la Partida del Dissabte de Pelayo. Ayer lucía orgulloso la compañía de su nieto Mariano: «El porte ací per a que vaja coneguent la pilota». El crío siguió con atención el buen hacer de los cuatro pelotaris, pero, la verdad, no tuvo ocasión de enardecerse, ni de sentir las emociones de cuando su Valencia mete un gol. La pilota es afición que entra con los años, cuando la persona gana en discernimiento y criterio artístico. En todo caso ese gesto de ver juntos al abuelo y al nieto en el trinquet fue uno de los pocos detalles capaces de hacernos recuperar dosis de optimismo. Mientras queden abuelos que lleven nietos a los trinquetes habrá esperanza.

Manolo es de los tiempos de cuando el Rovellet provocaba tertulias en el Bar Valencia en el momento de la limpieza impecable de sus siempre relucientes zapatos. Rovellet jugó una vez al Raspall, en una lejana partida del trinquet vell de Gandia, con Bolo, Juliet y Císcar. Aquella confrontación ganó el estatus de legendaria por la sencilla razón de la presencia de un fotógrafo que inmortalizara el momento. Eran pocos los momentos que fuesen retratados. Aquella partida llenó el trinquete pero los aficionados se quedaron con la sensación de cierto desengaño. Recuerdo de Juliet haberme dicho que él no supo estar en la cancha y que casi siempre se las dejaba a Císcar. Aquel atractivo cartel resultó fallido. Hubo imaginación pero la exigente afición quedó con mal sabor de boca. Y ya no hubo experimentos serios hasta la llegada de Genovés que se enfrentaba a lo que hiciera falta en las peores condiciones que puedan imaginarse. Jugó a todas las modalidades y en todas era superior.

Ayer fue desilusionante ver la pobre entrada en Pelayo. Hoy tenemos fotógrafos en cada uno de nosotros, papeles de periódicos que, con más o menos intensidad y fe, anunciaron un duelo diferente con cuatro figuras profesionales de dos modalidades distintas pero faltó trompetería previa a la llegada de los guerreros, un protocolo de preferencias, tener claro cuál es el acontecimiento que por único y diferente debe ser el prioritario. Los seguidores del raspall se quedaron en sus feudos de La Safor o La Costera, pues eso de ver de largo a Moltó y a Seve no les atraía. Hay santos que si cambian de vestimentas pierden el poder de atracción religiosa. ¿Ustedes se imaginan a un San Roque sin su perrito?

Y sin embargo tanto Moltó como Seve dignificaron ayer su condición de figuras del raspall capaces de enfrentarse a una cuerda central. Nada que reprochar a su juego que respondió sobradamente a su calidad. Moltó sacó libre y cuando acertó ganó varios juegos limpios a sus rivales. Reboteo, entró a volea y dejó el sello de una calidad técnica muy notable. Ocurrió que su rival también sacaba libre y ni Moltó, ni casi nadie, es capaz de enfrentarse con solvencia a un saque libre de un pelotari profesional. En cuanto a Seve, que apenas tiene 19 años demostró desparpajo y valentía y nos obsequió con varias voleas de izquierda raspando la pared que arrancaron gestos de admiración de la fría y exigente cátedra de Pelayo. Al final el marcador señaló un triunfo de Puchol II y Seve sobre Moltó y Félix por 60 a 30. Pero, ¿ de verdad a alguien le importaba el resultado? No se anunció como desafío, ni nadie o casi nadie se preocupó de calentar el ambiente. Así es que el encargado de cocina, que hizo bien su trabajo pensante de mezclar sabores, se encontró con que nadie supo apreciar su ingenio, ni consideró que un duelo entre Puchol y Moltó fuese relevante. Hace sesenta y cinco años en el trinquet vell de Gandia se quedaron gentes sin poder entrar y ayer en Pelayo nos vimos en familia. Seguramente es que ya no quedan gentes románticas como el Tio Luis, que admiraba Lloco y a Guara, que ya no cumplirá los noventa y que ayer nos confesó su último deseo: morirse viendo la Partida del Dissabte. Tuvimos que decirle que haga el favor de aguantar hasta que el nieto de Manolo el de Foios acompañe a sus nietos a Pelayo. Eso falta que se nos vaya el Tio Luis€

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