Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Espíritu ecuménico del frontón Beti Jai

El Espíritu ecuménico del frontón Beti Jai

El Beti Jai fue uno de los primeros frontones «industriales» que se levantó en Madrid a finales del siglo XIX, cuando la pelota vasca se extendió, en la modalidad de cesta punta, por las principales ciudades de toda España y por muchas ciudades del resto del mundo. El negocio de la apuesta sustentó esta expansión internacional de una de las más bellas especialidades de la pelota vasca. Decaída la afición, proceso al que contribuyó la falta de una estructura que uniera intereses deportivos, aquellos frontones acabaron convirtiéndose en fincas urbanas. En Valencia tuvimos los casos del Jai Alai de la Alameda, del Frontón Valenciano, que era una de las mejores instalaciones de toda España, y posteriormente el frontón Chiqui, que fue el templo de las raquetistas, probablemente las primeras mujeres profesionales del deporte. Los majestuosos frontones de pelota vasca desaparecieron acosados por el negocio inmobiliario mientras que los destartalados trinquetes valencianos, no sin agonías, consiguieron atravesar el invierno siberiano de los años cincuenta y sesenta para revivir con la llegada de la democracia y del interés por aquello que pudiera ser un signo de dignidad a la identidad. Y el inmenso trabajo de muchos dirigentes, jugadores y aficionados anónimos.

El Beti Jai, en uno de los más distinguidos barrios de Madrid, se ha recuperado gracias al impulso de una Plataforma en la que ha tenido y tiene en Fernando Larumbe, el sabio de la historia de este deporte, a un apasionado intelectual por la causa del Juego de Pelota. Una Plataforma que ha trabajado con criterio, que ha sabido mover los hilos necesarios y que ha conseguido concienciar a las autoridades municipales de la necesidad de recuperar una seña de identidad de lo vasco en la capital del Estado. El Beti Jai puede y debe convertirse, y ese es al menos el deseo de la Plataforma que lo ha impulsado, en un punto de encuentro del Juego de Pelota, entendido como una globalidad que acoge a todas las formas extendidas por medio mundo. Nació este frontón como Juego de Pelota y debe recuperarse como tal. Sólo desde la perspectiva de recuperación de una parte de la cultura deportiva española, pues fue deporte extendido por gran parte de la península hasta bien entrado el pasado siglo; sólo desde esa perspectiva que trasciende el deporte puede entenderse la grandeza de la obra recuperada.

El Beti Jai tiene unas dimensiones que permiten juegos a Largo, lo que abre sus posibilidades de proyección a muchas regiones europeas . El Beti Jai, podría ser el vehículo vertebrador, con la participación de asociaciones culturales, deportivas, federaciones diversas, universidades y fuerzas vivas que ayude a sumar esfuerzos en ese deseo sincero de confluir en una unidad que sólo será posible desde el respeto a la identidad y a la diversidad, desde una suma de iguales. Los que sólo saben mirarse al ombligo están condenados al ostracismo y a la desaparición más pronto que tarde. Se trata, como nos recordaba el propio Larumbe, de formación jesuita, único religioso campeón del mundo de pala corta, de aplicar la estrategia de las viejas asambleas griegas y romanas: el espíritu de la Eclessia. Se trata, en definitiva de conseguir la unidad de los fieles amantes de este deporte, vivan donde vivan, se expresen como se expresen, tengan los gustos que tengan, en base a una esperanza común. Ese sería el logro definitivo del Beti Jai.

Compartir el artículo

stats