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Un desafío para una herencia

En aquel desafío de Benifaió de 1849, contaba la crónica periodística de El Mercantil, se juntaron más de cuatro mil personas en un pueblo que rondaba el millar. Se recreaba el cronista recordando el famoso desafío disputado en Llombai presidido por el general Elio con la presencia del Roig de Alcoi, «el Aquiles de la pelota», Clari, el Nene y Bandera€ Nombres que el corresponsal citaba para perpetuar su memoria. Hacía mención a las negociaciones previas sobre el pueblo que debía acoger este nuevo reto entre los del norte y los del sur del Júcar con los «brazos de hierro de todo el Reino».

El honor de los del norte correspondería a Micalet de Riba-roja; Gregorio, «El Paler de Torrent» y Jose de Benimamet, conocido por Caragol. El del sur Roque Soler de Penáguila, Salvador Cremades de Bellreguard e Higinio Verdú, «El Zagal de Petrer». La apuesta, en partida a Galotxa, -se deduce del número de jugadores- a subir y bajar, era de diez duros por tanto.

Si alguien ganaba por 40 tantos, es decir, ocho juegos de diferencia, el montante de la ganancia sería de 80 duros, o sea, 400 pesetas de la época. Una verdadera fortuna pues superaba con creces lo que un jornalero pudiera ganar durante todo el año€La calle, guardada por miñones y la guardia civil, creada unos años antes. Contaba el cronista la presencia de espectadores en los tejados de las casas. Y la superioridad de los del sur del Júcar a pesar de la lesión de Roquet, una torceduda de tobillo, al saltar a la calle. Alababa la prodigiosa pegada del «Zagal de Petrer», el gran triunfador del desafío que «con 19 años mostraba un brio y destreza envidiables».

El cronista contaba que la fiesta de la pelota se prolongó durante tres días con desafíos diversos: «Ni una herida, ni un desorden, sólo aplausos diestros y entusiasmo por los fuerte brazos. Hemos visto con placer no sólo que la afición a este noble juego se mantiene viva sino también que la autoridad lo protege con la fuerza pública€»

El primero de mayo, viernes, no es fácil que se junten 4.000 espectadores en Massalfassar; ni será necesaria la presencia de miñones o guardias civiles; ni correrán las apuestas con alegría durante dos o tres días, pero en la cancha de este pueblo de l' Horta, como ocurrirá el 26 de julio en la plaza de Sella en las laderas que miran La Marina, brazos fuertes del norte y del sur del Xúquer, jugadores formados e impregnados de la identidad de sus clubes, revivirán aquel encuentro. La partida que traspasó la memoria durante siglos, como lo hicieron la de Cartagena entre vascos y valencianos a finales del XVIII o la de Llombai a principios del XIX.

Ha sido posible gracias al empuje de los responsables federativos, que han movilizado a ayuntamientos y enamorados de la causa. Hasta la Càtedra de la Pilota de la Universidad colaborará con el evento, con exposiciones y mesa redonda en Massalfassar. Quiere ser y será una fiesta vertebradora entre aquellos que cultivan el campo de la pilota en los clubes con el esmero de los buenos usos y costumbres del labrador valenciano. Los del norte seleccionarán a sus mejores jugadores para el duelo de Galotxa en Massalfassar y el de Llargues en Sella. Los clubes del sur, elegirán a los suyos, pensando en revivir aquella victoria de Benifaió. ¿Quién será el nuevo «Zagal de Petrer»?

La pilota está ineludiblemente fundida con el sentimiento de herencia cultural. La Historia nos exige respeto a su diversidad; memoria que perdure entre las nuevas generaciones. Por eso, esta iniciativa, merece la presencia de la Universitat, el cariño de los medios, especialmente los públicos, el respeto de todo amante de la historia del deporte valenciano, el calor de los que se sientan identificados con lo que encierra la promoción del Joc de Pilota. Merece que tenga continuidad, que año tras año vencer en este encuentro sea un timbre de honor para sus protagonistas. Que cada jugador pueda contar de mayor a sus nietos que «jo estiguí en aquella partida». Y que las crónicas de la misma se conserven en cómodas, hemerotecas y museos como herencia a los valencianos del futuro para que las lean y se comprometan a preservarlas.

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