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El valor de la identidad

Cancha de Galotxa de Montserrat. Levante-emv

el trofeo El Corte Inglés, que cumple cuarenta y cinco años, la edad de la perfecta madurez, también tiene sus «clásicos». La pilota, arrinconada por el fútbol a principios del pasado siglo, al que entregó el poder de los sentimientos de identidad, necesita encontrar su camino de afectos y ternuras. Eso lo intenta un torneo como el que ha comenzado en un montón de pueblos valencianos. Y necesita también aprender del lenguaje del poderoso balompié. La pilota, en esta caso la Galotxa, también tiene sus «clásicos». Si esta semana nos dan horas y horas de televisión con el partido entre Barça y Madrid, nosotros, los humildes seguidores de un humilde deporte hemos tenido nuestro duelo entre dos equipos de Ovocity el Marquesat, o el que ha enfrentado a Lanzadera Montserrat y Beniparrell dos clubes con una historia de grandeza desde los tiempos de Conrado y de Marcial? o desde los tiempos del recordado Núñez, que comenzó con la pelota de vaqueta brillando en el club Beniparrell. Recuperar la memoria de sus grandes figuras es parte de ese amoroso riego revitalizador. Montserrat fue campeón con Rafa Ortiz, Marcial y Amador?y lo fue después con otras figuras como Marc, Oscar, Añó?Alfarp lo fue con Agustín, Conrado, Sopetes, Gerardo y lo fue mucho después con Pau, Gerardo II?

Así como en el mundo profesional de nuestros trinquetes la historia se cuenta por las épocas que marcaron sus figuras, y así se visualiza en los retratos que cuelgan en la catedral de Pelayo, y nadie habla de duelos entre Alginet y Quart de Poblet, sino entre Juliet y Xiquet de Quart, en el Trofeo El Corte Inglés se ha conseguido consolidar ese sentimiento de identidad porque detrás de cada participación hay un club que antepone el nombre del pueblo que representa a a todo lo demás. El club podrá recibir más o menos dinero de subvención municipal pero la grandeza del mismo es que participaría, y muchos lo hacen así, sin ayuda oficial alguna. Se hace porque el nombre de cada uno de los casi cuarenta pueblos que se han inscrito corre por las arterias que entran en el corazón de jugadores y aficionados. Cuando juega Montserrat juega la historia completa desde los tiempos de Mingo el de les Màquines a finales del XIX. Y cuando juega Alfarp, hoy reconvertido en Ovocity El Marquesat, lo hace la gloriosa historia de grandes desafíos, de jugadores de leyenda como Micalet y el tio Delfín, de la grandeza impulsora de Conrado, del inolvidable Sopetes y de otras figuras como Gerardo II que ha sido campeón de Galotxa y de Europa de Llargues. Así es que las partidas de este torneo son expresión viva de ese valor acumulado a lo largo de la historia .

Como en la vieja copla, el trofeo El Corte Inglés, es feliz de sentirse amado por tantos jugadores, dirigentes y aficionados. No tiene «parné» y sin embargo provoca la envidia de la princesa que vive entre oropeles tras abandonar el amor del gitano: «envidio tu suerte, me dicen algunas al verme lucir y no saben las pobres la envidia que ellas me causan a mi?» Ese valor sin dinero es el que florece en cada primavera con el Trofeo El Corte Inglés de Galotxa.

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