La encargada de recoger el premio al colectivo de veterinarios fue Inmaculada Ibor, presidenta del Ilustre Colegio Oficial que aglutina a estos profesionales. Sus primeras palabras fueron para felicitar a la organización por la elección de resto de colectivos premiados, aquellos que «siguieron trabajando pese a la pandemia». Como Joan Pedrola, Ibor reivindicó la parte menos conocida de la veterinaria. «Tenemos un papel muy importante de cara a la salud pública», defendió. Y es que, más allá de la labor clínica de atención a los animales, el colectivo «estuvo ahí para garantizar la seguridad alimentaria y la salud pública», contribuyendo «a que se mantuviera la cadena de distribución alimentaria» y asegurando que «llegaran con todos los requisitos higiénico-sanitarios habituales». No en vano, destacó el lema de la profesión: «La higiene de los animales, la salud de las personas». No solo eso. Como explicó, la covid «es una zoonosis», enfermedades originadas en animales y que pueden afectar a personas. Y en ese ámbito hay «mucho que aportar». «No solo hemos contribuido a la seguridad alimentaria y en las clínicas, hemos aportado conocimientos en la investigación de los coronavirus que también afectan a animales y en la búsqueda de vacunas», reivindicó. Además, el colectivo colabora en el diagnóstico gracias a la «mucha experiencia en análisis masivos de población y PCR».