Nunca llueve a gusto de todos. Las diferentes alternativas que se plantea para acometer la quema de la paja del arroz siempre cuentan con detractores, aunque mientras arrecia el debate se están produciendo una serie de cambios en el hábitat que son constatables. En los últimos años destaca en el Parque Natural de l'Albufera la presencia y avistamiento cada vez más frecuente de especies de aves acuáticas que años atrás eran muy raras de observar, como el flamenco, la tadorna o el ibis negro, más propias de humedales salinos. Por ejemplo, el Flamenco Rosado («Phoenicopterus roseus»), ave generalmente asociada con humedales de países africanos y subtropicales, es una especie típicamente mediterránea, cuya población ibérica es relativamente abundante. Los grupos observados en los últimos años se localizan en medio de uno de los «vedats» tradicionales de caza de Sueca, lo que demuestra la importancia que tienen estos espacios gestionados por el colectivo de los cazadores como lugares para favorecer la presencia de aves acuáticas, no sólo de anátidas.

Fue dicho colectivo, precisamente, el que levantó la voz esta semana en su reunión con el secretario autonómico de Medio Ambiente, Fran Quesada, al considerar que supone «una irresponsabilidad de la Administración que en la época en la que estamos, más del 50 % del Parque Natural se encuentre seco. Quieren hacer de un residuo (la paja del arroz) un recurso aprovechable, pero de la manera en que lo plantean no es posible eliminar la paja en tiempo y forma para poder inundar en la época adecuada», argumentó el representante de acuáticas de la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana, José Badía.

La única alternativa viable que actualmente contempla el representante de los cazadores es la de la quema de la paja en todo el territorio. «Con el 'fangueo' lo único que se consigue es introducir un exceso de materia orgánica en el suelo, con las graves consecuencias que eso conlleva tanto para las plantas como para el agua», adujo. O incluso, «dotar al parque de un caudal de agua continuo y adecuado a sus necesidades, para que, previamente al triturado de la paja, esta pudiera ser arrastrada por la corriente de agua, evitando lo conocido con el término de 'aguas negras', algo que parece imposible a día de hoy», alegó Badía.