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Crisis en el campo

El desastre de la fruta de verano deriva en liquidaciones que obligan al agricultor a pagar

La campaña se cierra con pérdidas generalizadas y el precio que perciben algunos productores no cubre ni la recolección

Enrique Machí, en uno de sus campos en la Barraca de Aigües Vives, tras cortar la plantación en una imagen de esta misma campaña. vicent m. pastor

Esperaban una campaña pésima. La ingente producción y la gran cantidad de ofertantes, junto a un mercado enrarecido, hacía presagiar a los agricultores de la Ribera dedicados al cultivo de la fruta de verano unos precios de venta muy bajos. Al final, la realidad de las cotizaciones ha convertido en optimistas los peores augurios. «Estaba previsto e informamos a los socios, pero ha sido peor de lo que esperábamos», lamenta José Climent, director comercial de la cooperativa agrícola Sant Bernat de Carlet. Algunos socios „Climent asegura que son muy pocos„ de la cooperativa de fruta de verano con mayor producción de la comarca han recibido liquidaciones en negativo. Fuentes de toda solvencia señalaron el caso de un agricultor que tras aportar 4.000 kilos de melotocones ha tenido que pagar a la cooperativa 300 euros al no cubrir el precio de la fruta los gastos de recolección.

Aunque parezca el chiste malo de un triste sainete, se trata, sin más, de la realidad de la campaña: la explotación agrícola de fruta de verano ha sido una inversión a fondo perdido, tal y como aseguran cooperativistas y miembros de sindicatos. Tanto si han asumido ellos mismos los gastos de explotación, o se los han alquilado a la cooperativa, el balance final da pérdidas, en una relación directamente proporcional al tamaño de la producción.

«Indecentes», «un desastre» o «una castaña impresionante» son los adjetivos con los que Climent va adornando el relato de la campaña. Fueran albaricoques, melocotones, nectarinas o paraguayos, los precios de venta por kilogramo se han movido entre los 15 y los 50 céntimos, cuando los costes de explotación superan, en todos los casos, los 60. «Y nosotros, en campañas como esta, triplicamos los esfuerzos para reducir el impacto», asegura Climent. «Este año, hemos reducido los costes en cooperativa en alrededor de un céntimo y medio por kilo», añade, aunque la rebaja que haya podido arañar la cooperativa Sant Bernat sea paupérrima al lado de la diferencia entre los precios de venta y los gastos de explotación. «Si Carlet, que es la madre de la fruta, está sacando estos precios, ya me dirás qué se puede esperar en este mercado», valora por su parte Juanjo Alepuz, responsable de fruta dulce del sindicato AVA-ASAJA. La situación es generalizada y no afecta solo a esta cooperativa.

Es una situación límite, según se traslada de la versión de todas las partes del sector. También el PP comarcal se sumó ayer, exigiendo la protección de los intereses de un sector «que en estos momentos está sentenciado a muerte». A pesar de ello, nadie parece mover un dedo. Preguntado por ello, Climent habla claro: «Lo único que se ha intentado mover desde las cooperativas y federaciones son ayudas para arrancar campos. Es así de triste», lamenta el directivo, sin dejar de verter cierta crítica hacia la poca movilización que ha vivido la agricultura.

Las migajas de la tarta

Tanto Alepuz como Climent coinciden en denunciar las enormes diferencias entre lo que recibe el agricultor por las frutas que ha cultivado y lo que el consumidor final paga por estos mismos productos. El funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda es conocido por todos, y en el caso de la fruta de verano, a la producción valenciana se le ha añadido la competencia de Murcia, Andalucía, Cataluña y el norte de África. La mano invisible no ha actuado igual para todos los operadores: «Las grandes superficies se han aprovechado de ello para comprar a precio de saldo, pero han vendido por el mismo importes que otros años», denuncia al respecto José Climent.

Un pingüe incremento en los beneficios para la empresa, construido sobre la ruina del productor. El directivo de la cooperativa Sant Bernat vuelve a incidir en la importancia de «entrar en la cadena de valor» y regular el reparto de los beneficios de la fruta o, por otro lado, los volúmenes puestos a la venta. «Hasta que no se acometa la reforma, será difícil recuperar precios normales», asegura.

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