El camino que marca el Consell para garantizar la viabilidad de la agricultura valenciana es el de unir fuerzas. Las cooperativas de Carlet y Guadassuar han abierto el proceso de fusiones en la comarca y su unión no será la única, ya que se perfila como la única manera de hacer frente a la crisis del sector y a los retos que plantea una economía de mercado global.

Las dos cooperativas ribereñas han alcanzado un acuerdo para crear una nueva entidad de segundo grado, que recibirá el nombre de «Ribercamp» y consolidará un volumen total de 85.000 toneladas de fruta, mayoritariamente cítricos, caqui y fruta de hueso. Según detallaron ayer fuentes oficiales de ambas entidades, la iniciativa cuenta con el respaldo de la práctica totalidad de los socios de San Bernat y Guadacoop, que ascienden a 4.400 y 2.034, respectivamente, que celebraron el pasado miércoles asambleas de forma simultánea.

Con este movimiento, las dos cooperativas, que a su vez están integradas como socias en Anecoop, unirán las producciones de sus socios y sumarán un volumen total de cerca de 85.000 toneladas, y con previsiones de crecimiento en los años siguientes. Los centros de manipulado y confección de que actualmente disponen se optimizarán para una mejora de procesos, así como la gestión de los mismos, añadieron las mismas fuentes.

La consolidación de alianzas y fusiones va a ser cada vez más frecuente en el sector. Es la línea estratégica marcada por el gobierno valenciano y las entidades son conscientes de que necesitan agruparse para poder obtener un escaso margen de beneficios en un mercado cada vez más competitivo. Hasta la fecha, el pacto más significativo se dio entre las cooperativas del Marquesat. Éstas crearon una entidad de segundo grado, aunque únicamente fusionaron sus servicios, por lo tanto el acuerdo no afectaba a cuestiones de producción.

Unión que no cuajó

Otras entidades lo han intentado, pero no han alcanzado acuerdos satisfactorios. Uno de los casos más recientes es el de Alzicoop y Exagro, la cooperativa de Villanueva de Castellón. Todo parecía encaminado a que ambas uniesen fuerzas de modo que los cítricos se trabajarían en ambos almacenes, aunque mayoritariamente en sus instalaciones y los caquis se trabajarían al 100 % en la sede alzireña. No obstante, según se detalló en la última asamblea de Alzicoop, realizada la pasada semana, dicho pacto había fracasado. Con todo, sus dirigentes aseguraron que ya ultiman otro en unas condiciones similares con otra cooperativa cuya identidad no se ha desvelado hasta la fecha.

Aunque las cooperativas de Carlet y Guadassuar todavía tienen muchos aspectos que pulir hasta que trabajen de manera conjunta, los pasos que den de ahora en adelante pueden ser los que recorran otras cooperativas de la comarca, especialmente las de tamaño más reducido. La de Alzira también seguirá ese camino, aunque falta por ver quién la acompañará. Y, con toda seguridad, otras muchas iniciarán procesos similares en los próximos meses y años ya que para ser más competitivas se deberá renunciar a la actual atomización del sector. No en balde, con las fusiones se logra racionalizar los costes, optimizar los recursos disponibles y aumentar la eficiencia de estas entidades asociativas.