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Las fallas se resignan a reabrir los casales con estrictas restricciones

«Poner la maquinaria en marcha va a ser complicado»

Reunión mantenida por las juntas locales con Isaura Navarro el miércoles.

«Resignación». Es el sentimiento que expresan los presidentes de las principales juntas locales de la Ribera Alta tras la reunión que el miércoles mantuvieron con la secretaria autonómica de Sanitat, Isaura Navarro, en la que la conselleria detalló los requisitos que se deben cumplir para retomar la actividad en los casales. El presidente de la JLF de Alzira, Jaume Bohigues, asume que en estas condiciones «poner la maquinaria en marcha va a ser muy complicado», si bien advierte de que las fallas que quieran reanudar la actividad van a tener que ajustarse a estas restricciones. «Deben cumplir esas normas porque, de lo contrario, no se puede hacer nada», agregó.

En el mismo sentido se manifestó el persidente de la JLF de Carcaixent, José Vicente Gascó. «No tenemos más remedio que sumirlo si queremos volver a vivir las fallas. Si nos dan un respiro vamos a aprovecharlo», comentó, si bien se muestra consciente de las dificultades que van a tener muchas comisiones para poder incluso volver a celebrar reuniones en los casales. De hecho, apenas unas horas después de esa reunión, Gascó solicitaba al ayuntamiento la cesión del Magatzem de Ribera para que las comisiones que tengan muchas limitaciones de aforo en sus casales puedan convocar alguna reunión, «cumpliendo siempre las medidas de seguridad».

La Conselleria de Sanitat ha establecido que para poder celebrar reuniones en los casales hay que determinar el aforo en base al tamaño del local y a una superficie de 2,25 m2 por cada asistente, un espacio que permite mantener la distancia de 1,5 metros por los cuatro lados. «Hay fallas que, con los casales que tienen, no les da para nada», incidió Gascó, que defendió la necesidad de que las comisiones se reactiven para evitar bajas.

Jaume Bohigues, por su parte, no cuestiona las medidas de seguridad ya que el objetivo último es evitar contagios por coronavirus, aunque apuntó que, conociendo los hábitos de cualquier comisión, «es prácticamente imposible que se puedan cumplir». «Se pueden aplicar en una reunión, pero en cualquier cena ya sería una locura». En este caso, Sanitat obliga a organizar mesas de un máximo de diez personas, cada uno debe llevarse la cena de casa, no se permite cocinar en el casal ni abrir la barra para evitar que los comensales se levanten ni platos para compartir. Esta prohibido realizar bailes y la hora límite es la 1 de la madrugada. «Ni música, ni barra, una vez te sientas casi no te puedes levantar... es difícil», apuntó Bohigues.

Ambos presidentes asumen que las fallas «no van a ser normales». De hecho, Bohigues señaló que en la re unión ni siquiera se llegó a hablar de «mascletaes».

Otras restricciones son la comunicación previa al ayuntamiento en caso de celebrar reuniones de entre 50 y 150 personas y solicitar autorización si se supera esta cifra. En caso de que se convoque una reunión y no se puedan cumplir todas estas restricciones el presidente deberá interrumpirla o suspenderla.

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