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El primer pueblo que perdió su apellido

Fue el último cambio aprobado en Consejo de Ministros

Un cartel de la autovía muestra los topónimos por separado de L’Alcúdia y Carlet. | VICENT M. PASTOR

El nombre de un pueblo dice mucho de la identidad de sus vecinos. Que un individuo nazca en un determinado punto geográfico es una cuestión de lo más azarosa, pero éste forja una parte de su forma de ser. Y para muchos, su lugar de nacimiento siempre será «la millor terreta del món». No es de extrañar que, hace algo más de cuarenta años, los habitantes de la conocida por entonces como Alcúdia de Carlet protagonizasen una importante campaña de movilización para prescindir de su apellido y recuperar un topónimo histórico que sí les representaba y dejaba claro que no dependían de nadie. En 2020 se cumplen cuarenta años de la declaración del Consejo de Ministros que establecía L’Alcúdia como su nombre oficial. En aquel momento, supuso ser el tercer pueblo valenciano en recuperar su denominación histórica y en la lengua autóctona y el primero de la comarca.

Un corto documental elaborado por Lluc Avellan (Tot Arriba Films) para el ayuntamiento recuerda la efeméride. Es el actual alcalde, Andreu Salom, quien rememora el germen de aquel movimiento, en el que se encontraban «Paco Signes, Tere Santos, Pepe Juan, Toni Donet o Josep Lluís Bausset». «Tenían una fuerza, un ímpetu y una ilusión capaces de arrastrar a todos los que éramos jóvenes y pensábamos que se podían cambiar las cosas y, sobre todo, recuperar el nombre de L’Alcúdia», apunta Salom.

Corría el año 1977 cuando un movimiento juvenil dio pie a la aparición del denominado Consell Popular Cultural de L’Alcúdia. Éste promovió publicaciones escritas, como l’Andana, recitales y también una recogida de firmas para restablecer el topónimo. «Éramos el típico grupo de jóvenes modernos y melenudos, que se movía en ambientes que en la época todavía no estaban muy bien vistos», expone Signes, uno de los integrantes de aquel movimiento y posterior alcalde de la localidad ya bajo el nombre que consiguieron.

En la localidad existía un gran rechazo a aquella nomenclatura. «Parecía que estuviésemos subordinados cuando éramos un pueblo que tenía su vida propia y que antiguamente ya había usado la denominación de L’Alcúdia», manifiesta el que fuera alcalde enre los años 1970 y 1979, Ferran Miquel. «De alguna manera, todos nos sentíamos un poco incómodos porque para decir el nombre de nuestro pueblo tenías que mencionar también el del vecino, lo que no siempre compensaba las ansias de autonomía que tiene uno. El simple hecho de quitar la segunda parte del topónimo producía una motivación considerable, pero lo cierto es que tener una justificación histórica y documentada nos dio alas», explica al respecto el maestro y escritor Josep Millo.

Para sorpresa de los propios promotores del cambio de nombre, se encontró una aceptación que ni ellos mismos se esperaban. «El proceso de recogida de firmas tuvo tanto éxito y aceptación en gente de todas las edades, que estudiara o trabajase, que era difícil no sumarse al cambio de nombre», apunta Teresa Santos, a lo que Signes añade: «No hacía falta soltar ningún rollo, cuando decías que era para quitar Carlet, ni siquiera miraban quien más participaba, firmaban ipso facto, se entendió inmediatamente. No obstante, logramos el apoyo de personas como el alcalde, Ferran Miquel, Josep Millo, Josep Lluís Bausset o el vicario Miguel Díaz. Una serie de figuras que eran consideradas personas de bien y respetadas».

Tres años de espera

El apoyo popular se tradujo en 577 firmas que, previamente, pasaron por el ayuntamiento. El apoyo consistorial fue unánime y no por lo que, desde fuera, se podría haber visto como una rivalidad entre pueblos vecinos. El proceso contaba con un informe del cronista local y de la Real Academia Española de Historia con el que avalar que, efectivamente, apenas un par de siglos atrás la nomenclatura que se utilizaba carecía de apellido. Un 26 de mayo de 1977, el pleno dio luz verde al cambio de nombre. A partir de ese momento, aunque sin la oficialidad del Estado, a nivel municipal se empleó L’Alcúdia como topónimo.

El 3 de octubre de 1980, algo más de tres años después, aquellos jóvenes reivindicativos obtuvieron una respuesta inesperada. «Fue una sorpresa encontrar en el BOE que el Consejo de Ministros hubiese aprobado el cambio, el último que tramitarían ya que, posteriormente, aquella competencia pasó a manos del Consell de la Generalitat», destaca Signes, que prosigue: «La alegría fue tremenda, se montó una fiesta el 8 de octubre para celebrarlo. Resultó ser un éxito que ni siquiera nosotros teníamos claro que fuésemos a conseguir».

«Como mucho, alguien podía sentirse indiferente, pero la gran mayoría aplaudió el cambio en un contexto histórico en el que todo era nuevo y se buscaba una cierta identificación o recuperación del tiempo perdido durante los años oscuros de la dictadura», señala también Millo sobre la aprobación definitiva.

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