La parroquia de Santa Catalina de Alzira, la mayor y más antigua iglesia de la ciudad, dejó de ingresar 25.705 euros en 2020 como consecuencia de la pandemia. Los tres meses de confinamiento, que impusieron el cierre del templo, y la reforma del piso que la comunidad cristiana posee en la cercana avenida Luis Suñer han lastrado las cuentas, por lo que el ejercicio económico se ha cerrado con números rojos: más de 19.000 euros de pérdidas. El cura, Enrique Masiá, que recuerda que «ayudar a la Iglesia es un deber fundamental del cristiano» ha reclamado a los feligreses que «multipliplen al menos por dos las aportaciones dominicales» al considerar «raquítico» el dinero que dejan en el cepillo durante las celebraciones eucarísticas.

Los ingresos registrados por la parroquia durante 2020 se redujeron un 27% respecto a la cifra computada un año antes. El sacerdote atribuye ese descenso a las restricciones decretadas para frenar el avance del coronavirus. «Durante casi tres meses no hubo ningún ingreso, ya que estábamos confinados y no había actividad presencial en el templo», detalla el clérigo.

«Hacer un esfuerzo»

Masiá también subraya que las colectas se mantienen estables desde hace muchos años y se pregunta retóricamente para incentivar la reflexión de los católicos: «¿Deberíamos hacer el esfuerzo por multiplicar la aportación en la eucaristía y unir a esto una cuota fija de compromiso con la comunidad cristiana?».

La caída de ingresos, además, se vio acompañada en 2020 con un crecimiento de gastos del 13,8%. Los 10.805 euros de aumento de los pagos, según aclara el párroco, se deben a las inversiones extraordinarias que han tenido que asumirse para realizar «algunas reformas necesarias» en el inmueble que la comunidad eclesial tiene en la avenida dedica al industrial que fundó la empresa de helados Avidesa.

Ante el desfase presupuestario con el que se cerró el ejercicio económico de 2020, Enrique Masiá invita a la comunidad cristiana a preguntarse si su compromiso con la parroquia «podría y debería ser mayor y de otro modo», al objeto de que las aportaciones no dependiesen de lo que se pueda entregar en las colectas que se realizan durante las celebraciones».

En este contexto, el cura propone algunas alternativas: «Teniendo en cuenta que hay vinculadas a la parroquia unas ochocientas familias, si repartimos los ingresos, este año saldríamos a 87,5 euros por familia», una cifra que, según interpreta Enrique Masiá, «por supuesto que no representa nada en la economía de nuestras familias que, gracias a Dios, tienen un nivel económico bastante estable y suficiente».

Y, como recomendación final, sugiere aumentar el compromiso económico de los cristianos con la parroquia en la colecta de los domingos multiplicando «al menos por dos» las aportaciones dominicales. Otra opción sería, de acuerdo con las indicaciones del sacerdote, suscribir una aportación fija trimestral por familia «que suponga la aportación de un euro al día por familia». Se trata, según concreta Masiá, de «una medida para evaluar el nivel de fe y compromiso con la vida eclesial».

Conocer la economía de la parroquia, ofrecida con total transparencia, es para su titular «un derecho y una necesidad, sobre todo cuando existe tanta confusión en este tema», sostiene Masiá.