Una de cal y otra de arena. La jornada inapacible del domingo, con lluvia y frío, dio paso ayer a un lunes de Pascua soleado en el que las terrazas del paseo marítimo de Cullera se volvieron a llenar. La numerosa afluencia de clientes en las horas centrales del día representa un pequeño balón de oxígeno para los hosteleros en unos momentos complicados por las restricciones a la movilidad, que limitan la llegada de turistas en unas jornadas que suelen ser propicias para el sector, a las que hay que sumar las restricciones de aforo en los locales y las horarias.