Científicos de EE UU han confirmado la semana pasada la curación mediante un tratamiento experimental de una paciente infectada con VIH. La paciente, que también tenía leucemia, fue sometida a un trasplante de médula a partir de células madre procedentes del cordón umbilical de un donante compatible. Con ésta son ya tres los pacientes que han logrado curarse de la enfermedad tras someterse a un trasplante de médula ósea. Hasta ahora, los dos pacientes previos habían recibido el tejido procedente de médulas óseas de donantes. La novedad de este último caso radica en que los médicos han logrado obtener células madre del tejido umbilical. Sin embargo, los tres remisiones tienen algo en común: los tres pacientes fueron tratados con células madre que tienen una particular mutación en el gen CCR5, que podría tener su origen en una de las enfermedades más letales que asolaron Europa durante toda la Edad Media:la peste.
En los tres casos, los médicos realizaron los trasplantes de médula a partir de células madre que presentaban esta mutación que otorga una resistencia natural ante el VIH. Los médicos llevan años estudiando esta mutación y han descubierto que aquellos que la poseen son inmunes al virus. Se trata de una alteración natural presente entre personas caucásicas con orígenes en el norte de Europa. Es una rareza y parece que es una peculiaridad genética en retroceso.
Un 10% de los europeos podría ser portador
Tal como recoge la propia Comisión Europea, estudios realizados por un un equipo de biólogos de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido apuntan a que alrededor de un 10% de la población europea es portadora de esta mutación y que el origen de esta resistencia natural al VIH tendría su origen en las pestes que asolaron el viejo continente durante siglos.
Los expertos coinciden en que el VIH es un virus muy reciente en términos de historia evolutiva y que, por tanto, no puede haber tenido ninguna relación con el aumento de la prevalencia de la mutación en el gen CCR5 entre los europeos. Es decir, la propia selección natural no habría tenido tiempo de favorecer a los portadores de este particular alteración frente a quienes no la tienen en caso de exposición al virus.
Los biólogos de la Universidad de Liverpool creen que tuvo que ser otro virus el que predispuso a los europeos portadores de esta mutación a tener una ventaja genética que ha acabado prevaleciendo en algunos países del norte de Europa.
Dos estudios realizados por los profesores Duncan y Scott han descubierto que, además de frente al VIH, la mutación en el gen CCR5 también proporciona una determinada protección frente a otras enfermedades víricas que asolaron Europa. Los dos expertos creen que las sucesivas plagas de peste y fiebres víricas hemorrágicas registradas en el continente aceleraron la frecuencia de la mutación al convertir a sus portadores en supervivientes a la enfermedad.