?

En el año 1954 El Caso, desaparecido semanario nacional de crónica negra, titulaba, a toda portada, El misterio de la mano cortada. Dos protagonistas: Margot Shelly, fallecida joven por una leucemia, y su madre, Margarita Ruiz de Lihory, hija del barón de Alcalalí, que fue alcalde de Valencia y presidente de Lo Rat Penat. La más antigua aristrocracia valenciana aparecía envuelta en un truculento suceso. La mano cortada era la de Margot, supuestamente mutilada post mortem por su propia progenitora.

Tiempo después Margarita, que se libró de la cárcel y del manicomio, presidía desde una cama con sábanas de hilo de su casa solariega de Albacete la malventa de sus cuadros, libros y objetos de valor mientras el mayordomo avivaba el fuego del hogar con los muebles que quedaban. Era una aristócrata venida a menos, un "fin de raza" en palabras de Cándido Polo, cuyos ojos de niño conservarían para siempre aquella imagen en la retina. La marquesa ("jamás tuvo el título, ni el de ducado, que correspondieron a su hermana mayor", aclara el autor) murió en 1968 en la miseria. Pero Polo no la olvidó. Cuando se trasladó a Valencia a estudiar habitó en la buhardilla de su casa natal. "Me la vengo tropezando a lo largo de toda la vida".

Finalmente, ha escrito Sangre Azul, la psicobiografía de esta mujer que es también la historia de una época. La falsa marquesa y falsa baronesa nació en plena Belle Epoque, fue una de las primeras licenciadas en Derecho de España y se marchó a Marruecos a escribir las crónicas de la guerra del Riff donde llegó hasta Abd el-Krim. En África conocería a jóvenes militares: el abuelo de Ruiz Gallardón y el de José María Aznar (con quien tuvo un affaire, según testimonio de Indalecio Prieto) y un tal Francisco Franco. Una de las múltiples leyendas urbanas que la rodean la sitúan a bordo del Dragon Rapide. Fue espía, seguramente doble.

En Nueva York Henry Ford le regala un impresionante collar de perlas y aparece retratada en New York Times. A su regreso a España, sigue su éxito truncado de repente por el siniestro suceso. Su propio hijo la denuncia y ella a él. En su casa se encuentran vísceras y restos de animales por todas partes y, dentro de una lechera, la mano de Margot. Al cadáver, exhumado, también le faltaban los ojos y la lengua. Ella y su segundo marido son detenidos. El escándalo es mayúsculo en la época y hace tambalearse los pilares del orden social nacionalcatólico. Pero acaban quedando libres.

El informe forense (24 folios) no halla síntomas de ningún transtorno mental. Ahora habla el psiquiatra: "Es un cuadro delirante claro, una paranoia. El delirio es una novela en la que el enfermo es el protagonista principal, es la construcción ortopédica en la que se sujeta para tratar de transformar la realidad. No es una mentira, es un error".

Tras su muerte, la leyenda negra continuó creciendo. Se dijo que en su sótano hacían experimentos tres misteriorosos médicos, quizá nazis; según otra versión, aún viva en Internet, extraterrestres del planeta Ummo. Pero la verdadera historia de Margarita Ruiz de Lihory está por escribir. Carmen Alborch, concejala, senadora y escritora -que presentó ayer el libro en el Colegio Mayor Rector Peset junto a Anacleto Ferrer, profesor de la Universitat de València, que lo ha editado- propuso una película. Polo sabe ahora que las memorias de la marquesa, de su puño y letra, duermen en un barco francés. El reto ahora es recuperarlas.