Como si de un dios escandinavo se tratara, el vehículo eléctrico está irrumpiendo en nuestro país con una fuerza que está sorprendiendo a más de uno. Y sí, ya sabemos que aquel dios era el del trueno, pero es el coche eléctrico es un silencioso rayo sin trueno.

Posiblemente estamos ante la que es la pieza de tecnología más avanzada que se puede encontrar sobre cuatro ruedas. Durante varias semanas hemos tenido la oportunidad de conducir un coche eléctrico y así saber qué siente el usuario de este tipo de coches. El elegido, un Nissan Leaf, y las sensaciones, propias de un fornido dios de rubias melenas y generosos bíceps, tan generosos como el enorme maletero de este coche, capaz de albergar incluso cajas de gran tamaño.

Aunque lo primero que te sorprende al ponerte a los mandos de un coche eléctrico es su sorprendente silencio. Al encender el motor, nada. Al arrancar, nada. Al circular, nada. Nada es la palabra que mejor define el sonido que emite un coche eléctrico. Un silencio que te transporta el espacio. Silencio...

Pero la sensación de encontrarte en el espacio se acrecenta cuando miras el cuadro mandos „en realidad son dos„ o la consola de control central. Luces parpadeantes, información de todo tipo, cámaras subjetivas y un sistema de control interno que lo mismo reacciona a tu voz como al contacto de tus dedos sobre su generosa pantalla táctil central. Aunque posiblemente la tecnología más importante de este vehículo es la que no se ve, la que se esconde en sus entrañas repletas de cables y microprocesadores. Un sistema de procesamiento interno controla absolutamente todos los parámetros del vehículo, desde la carga al clima o las estaciones de servicio más próximas.

Y es que estamos ante un coche de detalles. Detalles como el de su llavero „que no llave„ inteligente. El coche sabe si estamos dentro o fuera del vehículo, impidiendo así que, por ejemplo, cerremos con el llavero dentro. Y es que este coche no lleva llave. Ni motor. Un sistema eléctrico impulsa el vehículo como si fuera un enorme coche de Scalextric capaz de acelerar como alma que lleva el diablo. Y gastando poco. Muy poco.

Porque, querido lector, ¿cuánto crees que gasta un coche eléctrico? A día de hoy, con el precio de la gasolina marcando mínimos históricos y la electricidad a precios de caviar beluga, el coche eléctrico sigue ganando por goleada. Por cada tres euros de gasolina que consume una berlina de tamaño y peso similar al coche del análisis, este coche eléctrico gasta algo menos de un euro. Ver para creer.

Si a eso le añadimos que un coche eléctrico no necesita cambio de aceite, ni filtros, ni prácticamente mantenimiento, la victoria en cuanto al gasto es aplastante.

Este tipo de vehículos utilizan, además, un sistema de recuperación de energía que proviene directamente de la tecnología empleada en la Fórmula 1. Unos cojinetes ejercen presión sobre unos discos montados en las ruedas que hacen que, debido a la fricción, se recupere electricidad cuando se frena y cuando el coche desacelera, aunque no se pise el freno.

Pero, ¿qué tienen de malo? Su elevado precio. Sin subvenciones, el coche probado cuesta 35.000 euros „incluyendo las baterías„, que con los diferentes planes del Gobierno se puede quedar en 22.000. ¿Algo más? Pues sí, su autonomía. Pese a que se queda corto para usarlo como vehículo para largas distancias, la verdad es que hemos conseguiro recorrer un máximo „en pleno invierno„ de 143 kilómetros. Es una cantidad más que suficiente para un coche que circula por una isla como la nuestra. E incluso para usarlo como coche urbano, por lo que ese «pero» quizás no lo sea tanto.

Al final, las ventajas ganan „y de calle„ a los inconvenientes por lo que el veredicto es inapelable: ¡Quiero uno!