Algunas ciudades que han sufrido graves inundaciones han aprovechado la necesidad de reconstrucción como motor de cambio urbano. Y a las necesarias obras de infraestructura proyectadas para la reducción del riesgo han incorporado un programa de renovación urbana bajo los principios de la sostenibilidad ambiental. No es algo nuevo. A lo largo de la historia hay ejemplos de ciudades que han cambiado su fisonomía a consecuencia de un desastre natural. Incluso, hay ciudades que han tenido que cambiar de ubicación debido a reiterados eventos catastróficos causados por un peligro natural.

Visitar Bilbao es comprobar cómo una inundación es el germen de un cambio drástico de su trama urbana. Es cierto que aquí coincide otro hecho no menos importante: la importante contaminación de la ría, por la actividad industrial pesada allí desarrollada desde décadas. En agosto de 1983, una enorme inundación, causó importantísimos daños económicos y varias decenas de víctimas mortales. Pocos años después se aprobó el plan Bilbao Ría 2000. Un programa de transformación urbana que ha cambiado radicalmente la imagen de la ciudad, actuando eficazmente sobre los dos problemas ambientales señalados: el riesgo de inundación y la contaminación de las aguas.

El resultado es sorprendente: la ciudad española que ha experimentado -y lo sigue haciendo- un cambio urbano más espectacular en apenas treinta años. Enhorabuena. Qué envidia sana para algunas ciudades del litoral mediterráneo que, padeciendo con más frecuencia estos eventos extremos, no han sabido aprovechar la circunstancia para desarrollar programas de renovación urbana. A veces por incapacidad de sus políticos; otras porque se ha entendido la política como un coto privado donde todo puede ser posible, incluso la corrupción urbanística, el beneficio a corto plazo, el «chanchulleo» en suma.

El desarrollo urbano sostenible es un proceso de medio y largo plazo. Hay quién, como la ciudad Bilbao, lo comprendió hace años y lo ha puesto en marcha. Otras ciudades, por contra, ven pasar los trenes de su progreso, sin pedir responsabilidades a unos administradores que les han gobernado pensando en su mero beneficio personal... Qué asco.