he leído estos días de trabajo de agosto -porque no comprendo ni comparto esto que llaman vacaciones- el libro «Historia del donde» que han escrito un astrónomo y un historiador y que se ha publicado hace unos meses en nuestro país. En este trabajo se desentraña, de forma sintética, los avances históricos que ha tenido la concepción astronómica sobre la posición de la Tierra en el espacio. Esto es, el dónde lejano. Pero el título del libro es ambicioso y realmente no se aborda lo que, personalmente, considero importante: el dónde próximo. Es decir, la ubicación del ser humano en la Tierra. Lo que le ha permitido desarrollarse como persona racional. El pensamiento lógico se adquiere, antes que nada, desde el dónde, o sea, sabiendo donde estamos. Por eso, sorprende que no haya ninguna alusión a los sistemas de referencia geográfica tan trascendentes en la vida del ser humano como el conocimiento de los planetas y sus órbitas, incluida la de la propia Tierra. Una historia del dónde que no explica la importancia de las «zonas» y de los «klimatas», de la latitud y de la longitud geográfica, para saber el lugar que ocupamos en la superficie terrestre. Aquí está la clave del dónde. Pero para ello es preciso conocer los fundamentos de una disciplina que cada día considero más esencial en el mundo actual: la geografía. La sociedad debe ser consciente de que el dónde es clave para poder vivir en la Tierra.