"Al mal tiempo buena cara". Todo el mundo ha oído hablar de esta expresión que va aliada al devenir borrascoso, donde la inestabilidad se apodera, aunque este dicho podría cambiar según la perspectiva. Hemos pasado unos cuantos meses con lluvias intensas, pero ahora enero ha llegado con más calma, o por lo menos lo que llevamos de mes.

Por definición, en un anticiclón la presión atmosférica es superior al aire circundante. Esta semana, el hecho de tener una situación anticiclónica, ha provocado en la mayor parte de España tiempo estable y ausencia de precipitaciones. El resultado de esta situación, han sido inversiones térmicas en muchos puntos de la Península.

Se ha podido apreciar durante estos últimos días la formación de niebla en el interior de las depresiones, como por ejemplo en los valles del Tajo, Duero, Guadiana y Ebro a primeras horas de la mañana. Este meteoro ha provocado el descenso de temperaturas en los puntos más hundidos, siendo más cálidas en cotas más altas.

Los bancos de niebla seguirán siendo persistentes en varias regiones del interior, especialmente en Castilla y León, aunque también se sumarán Navarra y Aragón. Por otra parte, las heladas afectarán también a distintas zonas del centro y del norte peninsular, provocando amaneceres bastante gélidos. En ocasiones estas nieblas se mezclan con partículas contaminantes. Este fenómeno se llama "smog" (adaptación de la palabra humo y niebla en inglés) y lo hemos tenido estos últimos días en las grandes ciudades.

Con la bonanza meteorológica la calidad del aire disminuye. El viento es muy débil y las masas de aire quedan inmóviles distribuyéndose en el espacio según sus particularidades físicas: las frías (más densas y pesadas) quedan junto a la superficie, y las cálidas (menos densas y ligeras), se superponen haciendo de 'tapadera'. Los gases contaminantes emitidos por la industria y los coches acaban atrapados junto al aire frío, a ras de suelo, y las ciudades se tornan muy poco saludables.