Brecha digital

El móvil también pone patas arriba la tercera edad: "No somos inútiles, pero el diseño nos excluye"

Las personas mayores denuncian que los dispositivos están pensados para usuarios jóvenes, lo que a menudo les provoca ansiedad y frustración

El diseño de los smartphone causa ansiedad y frustración entre un grueso del colectivo de gente mayor.

El diseño de los smartphone causa ansiedad y frustración entre un grueso del colectivo de gente mayor. / RICARD CUGAT

Marina Tovar

“Hace seis años que tengo móvil y he aprendido a usarlo por mi cuenta. Me mandan fotos, leo noticias y le pido a Google que me ponga música”, afirma Asunción Pulido, de 86 años. Llorenç Guasch, de 74 años, se defiende con destreza y Loli Hurtado, de 92, aún se enreda, admite, demasiado a menudo. Como todas las franjas de edad, las personas mayores son un grupo extremadamente heterogéneo –también en su relación con el móvil–, pero el sentir general es que los dispositivos, apreciados en tanto en cuanto los conectan con el mundo, no están diseñados pensando en ellos.

"No somos inútiles, pero excluyen a mucha gente. A veces sientes que te estás dejando la vista. Y tengo conocidos a quienes les cuesta manejarse con la pantalla táctil porque empiezan a tener problemas de pulso", explica Maria Martín, de 71 años, que da cuenta de algunos incidentes de los usuarios sénior. A menudo, explica, comparten fotos o vídeos que almacenan y luego no pueden encontrar. O se ponen nerviosos si no contestan con la rapidez que querrían. O clican en links sospechosos cuando no directamente peligrosos. "A mi marido he tenido que desactivarle un servicio de una operadora que le cobraba 10 euros al mes por haber dado un 'like' donde no debía", añade María. Más allá de eso, el año pasado las estafas a personas mayores -un grueso de ellas online- aumentaron el 78%.

Más del 60% de las personas mayores de 65 años tienen móvil, según el INE

La relación de los mayores con el móvil, desde la usabilidad hasta su impacto cotidiano y emocional, es un territorio casi ignoto para la investigación académica, concentrada –se diría casi que con obsesión– en el público infantil y juvenil. Aun así, empieza a haber datos y reflexiones sobre un dispositivo que utiliza con frecuencia más del 60% de las personas mayores de 65 años, según datos del INE.

"Es indudable que los teléfonos están diseñados para individuos jóvenes que saben navegar de forma intuitiva", afirma Lucía Velasco, economista y autora del libro '¿Te va a sustituir un algoritmo?'. "Para las personas mayores, que generalmente ven peor o empiezan a tener menos precisión, todo es más complicado –añade–. Si te pasas de simple con el aparato, no puedes hacer la mitad de cosas de forma online. Y, claro, muchos sienten desesperación y frustración, y llegan a pensar que ya no valen".

"El diseño del móvil excluye a mucha gente: a veces sientes que te dejas la vista y hay quien tiene problemas con el pulso y la pantalla táctil"

María Martín, de 71 años

Desde la asociación Som Seniors, Lourdes Charles Jaimejuan también pone en cuestión los sesgos excluyentes del diseño de los móviles (que no solo sufre la gente mayor), aunque subraya que la experiencia del colectivo es mucho más rica que todo ese fardo de clichés que remiten a jubilados enganchados al aparato, entrando sin querer en webs porno –“mamá, qué has tocado?” “Yo no he hecho nada, hija, esto me ha salido solo”– y enviando mensajes intempestivos –y por partida doble, triple o cuatriple– a amistades y familia. "Los problemas con el 'smartphone' no son exclusivos de la gente mayor", reitera.

El factor de la tarifa plana

Aun así, el desafío está ahí. “Hemos empezado a ver cómo la gente mayor recibe un teléfono inteligente como regalo en las navidades”, explica Eugenia Madrid, responsable de la Unitat de Gent Gran del Ayuntamiento de Badalona. “Y tienen muchas ganas de acceder y utilizarlo, pero hay un gran grupo que no sabe cómo hacerlo”. Desde el ayuntamiento han puesto en marcha cursos sobre 'smartphone' para la tercera edad.

"Los teléfonos están desarrollados pensando en individuos jóvenes con intuición para la navegación"

Lucía Velasco

— economista y autora de '¿Te va a sustituir un algoritmo?'

En este sentido, un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) publicado el año pasado ya desmentía que hacerse mayor implique usar menos las tecnologías digitales. De hecho, un factor clave son las tarifas asequibles. Según este informe, realizado por las investigadoras Miria Fernández-Ardèvol, Andrea Rosales y Francisca Morey Cortès, las personas mayores usan más el móvil en los países donde los precios son más accesibles.

Más estimulados y menos aislados

“Saber usar un móvil los hace estar más estimulados y menos aislados”, afirma Eugenia Madrid. “Con estos cursos queremos que se den cuenta de que pueden disfrutar de ellos, que no los vean como una dificultad, sino como un aliado”. Más de 120 personas se han apuntado ya a las formaciones que se ofrecen en ocho casales. Aunque hay distintos niveles, empezarán enseñando desde lo más básico, como los botones del aparato o cómo usar diversas aplicaciones.

"Saber usar el móvil aumenta su autoestima y hace que estén más estimulados y menos aislados"

Eugenia Madrid

— jefa de la Unitat de Gent Gran del Ayuntamiento de Badalona

“Estamos viendo que cuando la gente comienza a aprender, también aumenta su autoestima”, añade. Sin embargo, no todos pueden acceder a estos cursos. “Ojalá hubiese clases en mi residencia”, expresa Ascensión Pulido, que se desplaza en silla de ruedas y vive junto a su marido en una residencia. Gracias al móvil, dice, se distrae, habla con amigas y mira vídeos en YouTube. La letra del teléfono, que está en su máximo tamaño, también le permite leer las noticias. Le gustaría saber hacer más cosas como usar mejor el Whatsapp o buscar cosas en internet. En su antigua residencia, había una señora que la ayudaba, pero en la que ahora vive nadie más tiene teléfono.

Más complicado para las mujeres

“A mí no se me mete en la cabeza”, explica Loli Hurtado. Su hijo le dio su antiguo teléfono, para que pudiera comunicarse con la familia. “Si consigo encenderlo, puedo llamar, pero si me llaman y lo cojo, me cuesta colgar”. Ella, sin embargo, tiene muchas ganas de aprender. Precisamente las mujeres mayores son el colectivo que suele tener mayor dificultad para usar el teléfono. “Están doblemente olvidadas, muchas no pudieron tener trabajos cualificados, y les cuesta más acceder a estas tecnologías”, afirma la responsable de la Unitat de Gent Gran de Badalona. Sin embargo, también son más proactivas a la hora de apuntarse a clases.

“Entre la gente mayor hay pocos casos de adicción porque ponen más límites conscientemente: los jóvenes tienen que probar todo lo nuevo, ellos no”

Andrea Rosales

— investigadora social

Es indudable que la diversidad es grande. Hay personas mayores que necesitan más ayuda y otras muchas son autónomas. Llorenç Guasch, por ejemplo, hace más de dos décadas que tiene teléfono. “Yo lo utilizo para contactar con mi hija y la familia –explica–. Y como estoy metido con movimientos de pensionistas, también me llegan mensajes y algunas cosas de Facebook”, explica. No ha tenido ayuda de su familia para aprender. “Me he ido espabilando solo”, añade. Aun así, está contento con lo que puede hacer, ya que es lo que necesita.

WhatsApp, la aplicación estrella

“Las personas mayores utilizan el móvil para lo mismo que los demás”, explica Andrea Rosales, investigadora experta en análisis de registros digitales y focalizada en la gente mayor. “Aquellos que antes no sabían cómo utilizarlo, ahora aprenden porque quieren hacer lo mismo que sus conocidos”. Whatsapp, afirma, es la aplicación más usada.

Rosales ha realizado diversos estudios sobre tecnologías y gente mayor. “Hay muchas opciones para aprender a utilizar el teléfono. Algunos se meten de cabeza, otros necesitan más ayuda de familiares o de centros cívicos”. La principal diferencia que ha encontrado entre mayores y jóvenes es que en la tercera edad tienen “más sentido crítico”. “Hay pocos casos de adicción a la tecnología porque ponen más límites conscientemente. Los jóvenes tienen que probar todo lo nuevo, ellos no”.

El peligro de la adicción

A pesar de ser más cautelosas, las personas mayores también pueden caer en un uso excesivo del teléfono. Las diferentes aplicaciones y las nuevas formas de comunicarse pueden absorber su atención más de lo que se esperaban, como también empiezan a dar cuenta sus familiares.

“Hace cuatro años le di mi smartphone antiguo a mi abuela”, explica Naomi Díaz, de 21 años, “Se creó Facebook e Instagram, y empezó a ir a clases de móvil”. A partir de ese momento, la mujer se enganchó por completo. “Dijo que tenía que practicar y en cada reunión familiar la veíamos con el móvil”, explica. “Incluso el día de Navidad, estuvo horas mirando la pantalla y ni nos hablaba”, añade.

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