David Gilabert, Sueca

Catorce años después de muerto, Joan Fuster sigue siendo motivo de disputa política. El escritor aún genera animadversión en determinados sectores valencianistas. Prueba del rechazo que todavía despierta el autor de Nosaltres els valencians entre los partidarios de secesionismo lingüístico son las pintadas aparecidas esta semana en la que fuera su casa, en Sueca, así como en el monumento que su ciudad natal erigió en su memoria en 1993 en la plaza de l$27Ajuntament.

La fachada del mítico número 10 de la calle Sant Josep y el busto de Fuster han sufrido otro ataque de los radicales. No es la primera vez que aparecen pintadas en estos lugares, pero el contenido de las mismas ha causado preocupación entre los partidos y colectivos nacionalistas del municipio.

A los habituales calificativos de «catalanista» y «traidor» se suma ahora también el de «nazi», que ya apareció en un episodio similar ocurrido en la primavera de 2003. Precisamente «nazi traidor» es el texto de estas últimas pintadas, junto a «malparit». El monumento dedicado al escritor suecano está situado a apenas 200 metros del retén de la policía local y en los últimos años ha sufrido reiterados ataques.

En el último de los grafittis, el texto, escrito en pintura azul, posiblemente para subrayar la reivindicación de la franja de este color en la Senyera, se completa con varios símbolos identificativos del nazismo alemán.

Además, la franja azul ha sido pintada sobre la Quatribarrada esculpida en el monumento a Fuster. En este mismo monolito, es el Colectivo Vinatea el que reivindica la autoría de la acción vandálica.

Desde el Ayuntamiento de Sueca, el edil de ERPV, Vicent Viel, quiso ayer restar importancia a los hechos «para no darles más protagonismo del que merecen», señaló, y evitó agregar cualquier comentario más.

Violencia de los radicales

Las propuestas políticas de Fuster han encontrado como respuesta la violencia verbal y hasta física de sus detractores más radicales. Desde el atentado con explosivos que sufrió en 1991, hasta el sinfín de episodios de pintadas insultantes, repetidos incluso después de su muerte, desaconsejan descuidar la vigilancia sobre edificios o monumentos que se identifiquen con el escritor.

Las últimas pintadas culminan un verano en el que paredes, edificios públicos y privados y varios monumentos de la ciudad se han visto afectados por acciones vandálicas.

En las últimas semanas ha proliferado el intercambio de mensajes entre varios colectivos a través de pintadas de todo tipo. Desde proclamas nacionalistas hasta insultos a algunos ediles, incluido el mismo alcalde de la ciudad, Salvador Gil.

Tanto es así que, tal y como adelantó hace unos días Levante-EMV en su edición de La Ribera, el PP local ha solicitado al alcalde un endurecimiento de las ordenanzas municipales para castigar a los autores de las pintadas.