Frente a mí, el que fue mi antiguo Conseller habla sin titubeos; no tiene ningún tabú, y va despojándose de todo prejuicio, ¿representa quizá a esa derecha europea que se difumina en el lejano horizonte?

-Confieso: le prefiero ahora que cuando era conseller...

-Yo también a ti, te conozco un poco más. Entonces tú estabas en Teatres de la Generalitat y yo era tu jefe. (Risas)

-Su nombre suena mucho en la ciudad. Aunque usted haya dicho que en esta ciudad nos conocemos todos, ¿cree que realmente le conocen?

-Nos conocemos todos en lo que nos tenemos que conocer. Tampoco creo que nos tengamos que conocer en todo, pero sí sabemos quién es quién y de que pie cojea.

-¿Somos lo que aparentamos?

-Somos parte de lo que aparentamos, pero tampoco tenemos que aparentar todo lo que somos.

-¿Poseemos una doble apariencia?

-Pero eso es muy sano. Tenemos que dejarlo a la privacidad.

-Confiese. ¿Por qué se dejó la política valenciana?

-Me dejé la política primero porque estaba siendo bastante insoportable en aquel entonces. Después porque me apetecía el puesto que me ofrecían en Madrid que era lo mío: diplomático y después porque yo no soy político, ni llegué a la política desde la política. Hice lo que tuve que hacer o lo que pude hacer, durante el tiempo que estuve y se terminó. Pero nunca, nunca he dejado de tener actitudes políticas y sobre todo ciudadanas.

-¿Tuvo algo que ver el problema del «innombrable» (idioma)?

-Pues supongo que algo tuvo que ver. Era el contexto de entonces, la persona que estaba enfrente de un determinado diario y la actitud que tenía. Puede ser que sí, pero vuelvo a decir nunca he dejado de tener actitudes políticas, con la ciudadanía y sobre todo con Valencia.

-Cuando un político abandona el poder, ¿qué echa de menos?

-Yo nada, al contrario. Estaba encantado; encantado de que no me llamasen, de no salir todos los días en las primeras páginas de los diarios, de que no te insultasen por la calle. No eché absolutamente nada de menos.

-¿No le pedían autógrafos también?

-No tanto. Insultos amenazas, pintadas en casa? (Muchas risas)

-¿A los representantes del Poder les suele inquietar la Cultura?

-A los representantes del Poder les inquietan los medios de comunicación, les inquieta la comunicación que pueda tener la Cultura. La Cultura interesa bien poco en esta sociedad, no sólo a los representantes del Poder, a todos. El consumidor de Cultura en este país es un mínimo de la población, con lo cual poco interés puede tener. Lo que sí tiene el mundo de la Cultura o algunos del mundo de la Cultura es un peso moral que comunica mejor. Pero es más importante el mundo de la economía, sin duda.

-¿Por qué ser de derechas tiene mala prensa en España?

-No sé, un prejuicio de la propia derecha. Yo no tengo ningún inconveniente, ni me da ninguna vergüenza definirme de derechas, como liberal. Hay derechas y derechas, las palabras tiene muchos matices. Liberal en EEUU quiere decir de izquierdas, en Europa liberal quiere decir de centro derecha. En el PP europeo están los liberales y los demócratas cristianos y son de derechas. Las palabras son engañosas y las palabras tienen intenciones detrás. Yo no tengo ningún complejo.

-¿La derecha española ha sido educada en la creencia de que el Poder era suyo por derecho divino... obviando la complejidad ideológica y la diversidad territorial?

-No estoy de acuerdo con la pregunta ni con el axioma. La mala derecha española y la mala izquierda española han tenido un problema de educación que se plasmó en la Segunda República. Hubo golpismo de un lado y de otro. No estoy de acuerdo en absoluto. Creo que la derecha española es absolutamente homologable y democrática.

-¿Hay actualmente una derecha un poco...?

-Hay una extrema derecha, pero hay una extrema izquierda que mata; hay unas brigadas rojas, hay una izquierda abertzale y hay una extrema izquierda que también es golpista y hay una extrema derecha que es golpista e incivilizada.

-¿Podríamos comparar la primera época de Aznar con la actual?

-Aznar tuvo una época en la que no tenía mayoría absoluta y una buena acción de gobierno que le llevó a las mayorías absolutas, pero las mayoría absolutas tienen un peligro: que escuchan poco al otro. Yo creo que hizo un magnífico gobierno, creo que no se equivocó en casi ninguna de las decisiones que tomó, pero creo que tuvo un problema de comunicación.

-¿Qué piensa de la «afición» o afiliación a las manifestaciones?

-A mí no me importa que la gente se manifieste. Todo lo que sea ciudadanía, todo lo que sea sociedad civil y participación a mí me gusta que se manifiesten si hay motivo para manifestarse.

-¿No están siendo utilizadas frente a unas próximas elecciones?

-Siempre han estado: con el tema del chapapote; con la guerra de Iraq; ahora con las víctimas del terrorismo. La vida política parte del privilegio de la libertad de expresión. A mí no me importa que la gente se manifieste.

-¿En un Estado parlamentario?

-Sí, pero también está la calle. Para unos y para otros: cuando se manifestaban por el Prestige y ahora por el hecho de De Juana Chaos. A mí la excarcelación de De Juana Chaos es algo que me duele y como ciudadano me molesta. En esa manifestación, yo no participé, no estaba aquí, pero esa manifestación me pareció correcta.

-Tengo una duda referida a ETA. ¿Hasta qué punto la continua crispación política hace que se fortalezcan sus posturas?

-Pues sí. Lo que quiere ETA es eso. Creo que estamos en un punto de crispación que es absolutamente innecesario. Creo que los dos partidos principales del Estado tienen que ponerse de acuerdo en temas que son absolutamente vitales: la lucha antiterrorista; la política exterior; la configuración territorial del Estado; la financiación de las autonomías y es importante que se llegue a un consenso. La situación que estamos viviendo ahora no me gusta nada.

-¿Ojo por ojo, diente por diente?

-No. Tengo un concepto cristiano, que no quiere decir meapilas, ni religioso, sino un concepto cristiano de la vida y de la civilización. Y el ojo por ojo y diente por diente que viene del Talmud y del Antiguo Testamento, como una de las leyes que regía al pueblo de Israel, pasa al perdón en el Nuevo testamento, y a poner la otra mejilla; con lo cuál el ojo por ojo ya no me sirve y por tanto de ahí deriva mi rechazo a la pena de muerte. El ser humano en la medida que participa en una naturaleza divina hecha a imagen y semejanza de Dios, no tiene derecho a llevarse la vida de nadie. Estoy en contra de la pena de muerte, pero por un hecho de civilización. Mi cultura básicamente es judeocristiana, eso me lleva a condicionamientos éticos como ese.

-¿Se mira demasiado la paja en el ojo ajeno?

-Pues sí. Esta crispación no me importaría si en el parlamento se diesen los líderes de la oposición la mano, comiesen juntos y hablasen juntos, pero hay una falta de diálogo preocupante.

-¿Qué opinión tiene del partido en el poder?

-Tiene una buena política económica; me parece que no ha consensuado la política antiterrorista y eso es grave. Creo que es un partido que tiene gente muy buena, pero que en algunos momentos comete equivocaciones garrafales derivadas de posiciones demasiado radicales, que después habrá que corregir. Creo que es un partido que no tenía claro en aquel momento que iba a ganar las elecciones y ha fallado profundamente en la política territorial, en la política antiterrorista y en la política exterior.

-¿Las leyes que se han aprobado, como las de igualdad, los matrimonios homosexuales...?

-Me parecen fantásticas. La de la igualdad de la mujer me parece muy bien en algunos aspectos, en otros no: las cuotas a veces son para mí discriminatorias: Creo más bien en el concepto de persona y no tanto en el concepto de sexo. La ley de matrimonios homosexuales me pareció perfecta; la ley de los discapacitados es un avance social extraordinario.

-¿Con la actitud de la Iglesia española, estamos volviendo a la Edad Media?

-La Iglesia no sólo tiene la obligación, sino el derecho de pronunciarse sobre asuntos públicos que afectan a las creencias y la doctrina. De todas formas el Gobierno tiene que ser aconfesional y distinguir muy bien entre ley y moral, pero eso no tiene por qué guiarse siempre por las posturas doctrinales de la Iglesia. No creo que estemos en la Edad Media. Estoy leyendo a Spinoza, estos días, y eso sí que fue persecución. La verdad histórica no es absoluta. Hoy Spinoza no es visto, ni como hereje, ni como ateo por parte de la Iglesia.

-¿Hasta que la Iglesia reconoce las cosas, no pasa demasiado tiempo?

-Sí.

-En su experiencia de diplomático, ¿cree que contamos en Europa?

-La Europa política no existe y la vivimos en un fracaso de constitución que lo demostró. Es un conjunto de mercados sectoriales, una zona de libre comercio para prosperar económicamente. Europa va a ser una zona de conflictos de convivencia compleja y plural que nosotros posiblemente no lo veremos, pero será un territorio complicado. Políticamente contamos en la medida que somos prósperos, contamos en la Alianza Atlántica. En el diálogo con el norte de África, contamos muy poco en el diálogo de Oriente Medio? Europa no es creíble porque Europa es contradictoria. Es una gran meretriz.

-De todos los puestos que ha ocupado en el Ministerio de Exteriores, ¿cuál es el que más le ha encajado?

- Me gustó la Secretaría de Estado mucho porque me apasiona Latinoamérica y porque a un español le permite estar más cercano de los líderes latinoamericanos que a un sueco o a un irlandés y porque hay más margen de maniobra.

-¿La nueva actitud de los países latinoamericanos debería ser motivo de preocupación para Bush?

-Es causa de preocupación de Bush y para todo occidente. Preocupación por el populismo. Me preocupa ese eje Castro-Ortega- Chaves-Morales que se ha producido. Otra cosa es el porqué se produce eso. No sólo los EE UU, sino las propias clases medias, no han hecho un deber que tenían que haber hecho desde hace muchos años que es la reforma fiscal y conseguir acercar los niveles de rentas para unas poblaciones que están fuera del sistema, que ni siquiera votan. Hay que hacer un gran esfuerzo en educación, en reparto, en sanidad, pero en la situación actual? ¿Evo Morales va a servir para que crezca Bolivia? Yo lo dudo. Chaves fue un golpista; Venezuela es un país que tiene unos recursos naturales descomunales en petróleo, todo tipo de minerales. Sólo tiene veinte millones de habitantes y quince están por debajo del nivel de la pobreza? A ver qué hace el señor Chaves con todo eso.

-Centrémonos en su dirección del despacho de Calatrava. ¿Cómo encaja la lucha contrarreloj?

-Mi vida siempre ha sido una lucha contrarreloj, con lo cual?

-¿Trabajar con Calatrava es un poco esclavo en todos los sentidos?

-Pero también es muy enriquecedor. Es un verdadero genio con una conversación interesantísima y una creatividad desbordante.

-¿Tirano?

-No. Es intenso, pero es intenso también para sí mismo; es una persona que duerme poco, que está continuamente cavilando, pariendo ideas, modificando. Es un tipo cultísimo.

-¿Le molestan las críticas que se vierten hacia Calatrava?

-Me molestan algunas: me molesta la crítica barata. Otras no: la crítica constructiva me gusta.

-La casa de la plaza de la Virgen imprime carácter. ¿Les ha costado mucho obtener las licencias? Con su escudo de...

-La orden de Calatrava. Las licencias nos han costado posiblemente más que a Comisiones Obreras; que al Partido Socialista; que al Colegio de Abogados; que al que tiene la casa esa, de la calle de la Paz de acero y cristal, donde estaba antes la Rosa de Jericó; que a la plaza de la Almoina, donde estaban las ruinas romanas, justo detrás de la basílica de la Virgen. Pues nos ha costado, posiblemente, mucho más que a todas esas. (Risas)

-¿Prima en los arquitectos actuales su estética más que la funcionalidad?

-Sí, sí. Es una lucha que tiene el arquitecto, que debe tener y que la sociedad le debe exigir. Cuando diseña y construye el arquitecto, la propiedad debe exigirle la funcionalidad.

-En el Palau de les Arts, por ejemplo, hay demasiados sitios «ciegos», sobre todo en una construcción actual: una barandilla que distorsiona la visión... Hay demasiadas cosas que van saliendo.

-Eso son problemas menores que arreglaremos, pero esas críticas son positivas y es lo que permite mejorar.

-Pero todas esas mejoras aumentan costos. ¿No se deberían haber previsto?

-Bien, pero no mucho más dinero. El otro día decía yo: ¿Qué ha costado el Palau? ¿Trescientos cincuenta millones de euros? El soterramiento de la M 30 en Madrid ha costado seis mil quinientos millones. La T4, en Madrid, según el Tribunal de Cuentas, siete mil millones? Y aquí nos parece?

-Insisto, ¿hay fallos que se podrían haber obviado?

-Se podrían haber obviado, pero eso se va a arreglar, suprimiendo butacas. Por lo demás la crítica es buena. Es verdad que no tiene que haber butacas sin visibilidad?

-Calatrava se querella en Bilbao por el paso peatonal que invade su obra. Corríjame si me equivoco, ¿no hizo él algo parecido con el puente del desaparecido Fernández Ordóñez en Monteolivete?

-Pues no, porque el puente de Fernández Ordóñez daba a un terraplén que estaba en el río y, después se excavó todo lo que es, hoy, la Ciudad de las Ciencias, y el puente de Fernández Ordóñez se queda en medio, no tenía continuidad? Se pide permiso. El puente de Fernández Ordóñez no se toca nada. Fernández Ordóñez no lo podía haber hecho, porque Fernández Ordóñez no está. No sé si me entiendes?

-¿Existe un peligro en los «golosos» concursos de obras arquitectónicas a nivel político?

-«Golosos»? No. Lo que sí que existe es peligro de la arquitectura del star system. Una gran estrella tiene que estar orgullosa de toda su obra, desde la primera hasta la última, y no puede perderse en temas especulativos. No entiendo que un buen arquitecto haga una mala obra. Pero ya lo dije en su día hay arquitectos y arquitectos; hay artistas que hacen arquitectura. No olvidemos que Benidorm, Torremolinos, Mauthausen y Auschwitz, los hicieron arquitectos?

-¿Debería participar más la ciudadanía en la concesión de contratas/concursos?

-Para mí sí. Si la ciudadanía participase muchas de las barbaridades que se han hecho en esta ciudad no se hubieran hecho.

-¿Ve usted el mundo ahora con mirada arquitectónica?

-No. Lo miro siempre con mirada crítica y estética. Hay cosas, por ejemplo de Valencia que no me gustan: no me gusta la avenida de las Cortes. No me gusta la urbanización que se ha hecho en el sur de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. No me gusta la Almoina. Hay otras cosas que me gustan: la restauración de la Catedral, los frescos que se han descubierto, me gustan algunas rehabilitaciones que se han hecho en la calle de la Paz y las restauraciones de San Juan del Hospital; me gusta el museo de San Pío V y el Mercado Colón. Pero es una visión de un ciudadano que le gusta su ciudad y que tiene mirada crítica.

-¿El Cabanyal?

-A mí me parece un barrio con un tejido precioso. Ahí tengo sentimientos encontrados. No quiero por un lado que desaparezca ese sentido de barrio mediterráneo, pero por otro lado, veo necesaria la terminación de la avenida de Valencia al Mar ¿Qué coste tiene eso? En tejido, en monumentos? Pero creo que las cosas son compatibles, algunas se pueden reservar; el mercado se puede reservar. No creo que el barrio tenga que perder y si después hay un seguimiento cuidadoso, no especulativo, de la prolongación, creo que podemos salir todos bien.

-Le recuerdo, esto es una confesión, ¿qué penitencia le pondría a la ciudad?

-Derribar todo lo que se ha hecho en la Almoina. Me parece el atentado más gordo que he visto yo en Valencia en muchos años.