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Voro Contreras, Valencia

Una mujer y un pastor evangelista eran los supuestos cabecillas de la red de narcotraficantes que introdujo 538 kilos de cocaína a través del puerto de Valencia ocultos en dobles fondos de tablones de madera procedentes de Bolivia. Tal como ha venido informando Levante-EMV durante los últimos dos meses, la "Operación tablones" llevada a cabo por la Guardia Civil y la Agencia Tributaria, se ha desarrollado en dos fases y la mercancía ilegal tenía como destino empresas de Valencia y Murcia, donde han sido detenidas 9 personas como presuntas autoras de un delito de tráfico de drogas y asociación ilícita.

Según la Guardia Civil, la droga habría alcanzado en el mercado un valor de 18,5 millones de euros.

El grupo desarticulado se dedicaba a la introducción ilícita en España de importantes cantidades de cocaína oculta en dobles fondos de tablones de madera procedentes de Bolivia e importados a través del puerto de Valencia, para lo que utilizaban empresas lícitas que les garantizaban las formalidades que debían pasar para el despacho aduanero.

Según las fuentes consultadas, el pastor evangélico arrestado era el administrador de una de estas empresas, y la mujer A. N. B., era familiar de los responsables de la empresa boliviana que enviaba la mercancía. La hija de los dueños de la firma, S. B., también fue detenida en la misma operación y permanece encarcelada en Valencia aunque, según aseguró ayer su abogado Diego Reboredo, la joven no participa en las conversaciones telefónicas entre su prima y el pastor protestante captadas por los investigadores y que han dado pie a las detenciones.

La primera fase de la operación conllevó la incautación de 296 kilos de cocaína y cinco detenidos, entre ellas A. N. B. La segunda fase supuso la incautación de 242 kilos de cocaína y la detención de cuatro personas, entre ellas el pastor evangelista y S. B.

Las investigaciones dieron sus frutos el 22 de abril cuando el escáner del puerto detectó la droga oculta entre los tablones de madera de un contenedor que se dirigía a una empresa de Murcia. Para entonces ya se sabía que la red esperaba un segundo cargamento, que en ese momento atravesaba el Atlántico. La carga llegó a Valencia a mediados de mayo y la juez encargada del caso permitió que continuase hacia su destino en Murcia, donde el contenedor fue intervenido.