La muerte de Silvana A. sigue oficialmente sin culpable. El jurado popular que debía decidir si el ex novio de la mujer, Mohammed D., fue su asesino lo absolvió ayer. Silvana fue asfixiada en su casa de Gandia el 4 de diciembre de 2008. Tras su muerte, su asesino trasladó el cadáver hasta un merendero de Beniopa, a un kilómetro de la casa, y le prendió fuego al cuerpo.

Según argumentaron los miembros del jurado, "no hay pruebas suficientes para probar que Mohammed fuera la persona que asfixió a Silvana porque nadie puede situarlo allí la noche de autos. Todos los testigos son de referencia, ninguno ocular".

Habitualmente, cuando no hay un testigo directo de lo sucedido en un crimen, las pruebas de laboratorio y los vestigios recogidos en la escena hablan por la víctima. Las pruebas cuentan que sucedió en un lugar determinado. En este caso, ninguno de los objetos recogidos junto al cadáver, ni los restos biológicos del imputado encontrado en las uñas de la víctima o las pisadas junto al cuerpo fueron suficientes para convencer al jurado popular.

Sobre las pruebas halladas por la policía nacional en el escenario del crimen dicen que, "la bolsa con el mechero encontrada en el merendero de Beniopa pudo ser dejada allí por la persona que mató a Silvana, pero que no se puede probar que fuera Mohammed quien la llevara hasta allí".

Los jurados no tuvieron en cuenta las pisadas que había junto a la maleta donde el asesino metió a Silvana antes de prenderle fuego. Ello pese a que los técnicos del laboratorio de la policía nacional declararon que casaban perfectamente con el número que calza Mohammed.

La otra prueba de cargo que había contra el acusado era su ADN. Durante la autopsia a la mujer, se encontraron restos del perfil genético de Mohammed debajo de sus uñas. En la argumentación, las nueve personas encargadas de enjuiciar al imputado explican que "el hecho de que ella tuviera ADN de Mohammed debajo de sus uñas no es suficiente prueba para demostrar que él la mató".

Los jurados sí que le hallaron culpable, sin embargo, de los delitos de maltrato habitual y amenazas. La fiscal del caso pidió para él tres años de cárcel por el primer delito y uno y medio por el segundo. La defensa demandó un año por el maltrato y seis meses por las amenazas, ambos transformables a multa y a trabajos en beneficio de la comunidad.

Según varios testigos, entre ellos algunos policías de Gandia, Mohammed propinó hasta ocho palizas a Silvana en la calle y le mandó dos mensajes de móvil en los que se veía a una mujer lapidada y a otra decapitada.