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Violencia machista

El uxoricida de Paterna asesinó a Ana de un solo disparo a bocajarro en el abdomen

Sólo una de las tres víctimas machistas del lunes negro había decidido denunciar a su agresor

«A cañón tocante», sin darle posibilidad alguna de defensa y en el interior de la habitación de matrimonio en la que habían convivido como pareja durante una década. De esta forma tan cobarde acabó Raúl Navarro con la vida de su mujer Ana Aibar Moscoso, ambos de 37 años, el lunes por la tarde en el domicilio familiar, en la calle Enric Valor de Paterna, cuando las dos hijas de la víctima, de seis y 14 años, y una amiga de ésta última, se encontraban en el comedor. El uxoricida la mató de un único disparo a la altura de la barriga con una de las dos escopetas de caza que tenía en la casa, ambas con su correspondiente licencia en vigor, según confirmaron las fuentes consultadas por este periódico.

Tras cometer su horrendo crimen el homicida utilizó esta misma arma, una escopeta semiautomática de tres tiros, para suicidarse de un disparo en la cabeza. Los agentes de la Policía Nacional que entraron en la casa tras ser alertados por las hijas desde el balcón apreciaron en la habitación un tercer impacto de bala en el techo, aunque se desconoce si este tiro fue realizado en primer lugar a modo de advertencia o como indica la hipótesis que cobra más fuerza, fue un disparo fallido del autor cuando trataba de quitarse la vida.

La pareja se encontraba en trámites de separación y aunque no constan antecedentes violentos en la relación, ya habían tenido una acalorada discusión apenas unos días antes cuando Raúl trató de llevarse a su hija con él a Barcelona, como adelantó ayer Levante-EMV. Una patrulla de la Policía Local de Paterna llegó a desplazarse al domicilio pero finalmente no se tramitó nada. La pareja solucionó sus diferencias sin que fuera necesaria la intervención policial, según las fuentes consultadas, y Raúl se marchó a pasar el puente a Barcelona, donde vive su familia.

No obstante, cuando el lunes regresó a coger sus maletas para irse definitivamente de casa, el matrimonio discutió nuevamente por la custodia de la hija pequeña de ambos y por la casa, propiedad de la fallecida. El agresor se encerró en el dormitorio con su mujer y le descerrajó un tiro a bocajarro.

Al escuchar los disparos las hijas salieron al balcón que da a la calle de atrás, justo donde se encuentra la comisaría de la Policía Nacional. Unos agentes que pasaban en ese momento por allí escucharon los gritos de auxilio y trataron de tranquilizar a las menores. «Mis padres han discutido y hemos escuchado tres tiros», sollozaba la mayor de ellas. Las pequeñas se encuentran desde entonces bajo el cuidado del abuelo paterno.

A las 12.00 horas de ayer amigos y conocidos de Ana Aibar se concentraron frente a las puertas del Ayuntamiento de Paterna para condenar este nuevo caso de violencia machista.

«Ana era pura vida, muy abierta con todos y tenía un carácter fuerte, no era el perfil», se lamentaba entre lágrimas una amiga de la fallecida. Pero lamentablemente en la violencia machista no hay perfiles, cualquier mujer puede llegar a ser víctima de ella. Da igual su condición social u económica, su nacionalidad o su edad, de ahí la importancia de denunciar los hechos al menor indicio para que se activen los protocolos de protección a la víctima. De hecho, de los tres casos graves ocurridos el lunes en Paterna, Valladolid y Bilbao solo una de las víctimas había denunciado a su agresor, quien cumplió una orden de alejamiento entre 2009 y 2013.

En el caso de Ana, la concejala de la mujer de Paterna Paz Rodriguez aseguró ayer que «nadie se esperaba lo ocurrido porque no había denuncias ni ningún indicio». «Hace dos días Ana me dijo que era un espíritu libre», recuerda Carlos. «Se creen que es de su propiedad, como si fuera un trofeo», asevera sobre los maltratadores.

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