Jonás Q. T. se enfrenta a 28 de años de cárcel por supuestamente asesinar a su «segundo padre» en la pedanía de El Palmar, y dejar malherida a la compañera sentimental de la víctima. Pero ayer dejó caer un guiño y una sonrisa hacia sus allegados cuando entró, esposado pero tranquilo, en la sala del jurado que decidirá cómo pasará las próximas tres décadas del resto de su vida.

El fiscal acusa a Jonás de descerrajar un tiro en la cara a José Luis V. M. con la escopeta de caza (una Arrieta calibre 12 de cañones paralelos y cartuchos de perdigones) que el acusado usaba para cazar en el lago de la Albufera. Pero Jonás, que reconoció ante la Guardia Civil y el juzgado de instrucción ser el autor de los disparos, ayer se desdijo de sus declaraciones iniciales e insistió en la versión que ofreció al juez 158 días después de la muerte de José Luis V. M.: vio los hechos pero fue otro vecino de esta pedanía de Valencia, del que llegó a dar el nombre, el responsable del asesinato.

Aunque la versión de Jonás comenzó a hacer aguas tras el paciente interrogatorio del fiscal. «¿Si vio a la víctima en el suelo y a su mujer herida por qué no la auxilió y llamó a la policía?, ¿Por qué no le contó a su padre lo que había visto cuando llegó a casa? ¿O a la Guardia Civil que le pidió la documentación?», insistió el fiscal. «No la auxilié porque tenía miedo y no sabía qué había pasado, por eso no le conté nada a nadie», respondió un apocado Jonás, que respondía en un tono muy bajo, casi inspirando para sí mismo sus palabras.

«¿Y por qué le preguntó a la Guardia Civil que encontró alrededor de su casa [muy cerca del lugar de los hechos] si había pasado algo? ¿Le parecía poco?», le asestó el fiscal, a lo que el acusado respondió con un leve alzamiento de hombros.

Jonás explicó que admitió haber asesinado al amigo de su familia, «mi segundo padre» como llegó a definirlo, «porque los guardias civiles empezaron a presionarme, insultarme y pegarme bofetadas», después de haber ido a declarar, voluntariamente y en su propio coche, al cuartel de Patraix. «Las primeras horas del interrogatorio fueron correctas» pero, explicó, tras un «descanso» que aprovechó para desayunar «sólo, en un bar cercano» comenzaron las supuestas amenazas y malos tratos que, admitió, no denunció ni a su primera abogada de oficio ni al forense que lo examinó. Admitió haber sentido «miedo» de los agentes y por los

«¿Cómo pudo contarle a la Guardia Civil la trayectoria y el ángulo de los disparos que sufrieron Jose Luís y María?», insistió el fiscal, para desmontar la versión de Jonás de que fue un mero testigo de los hechos. «La Guardia Civil me presionaba y me iba diciendo lo que tenía que decir...» Pero el Ministerio Público no se dio por satisfecho. «¿Cómo podía saber ese detalle la Guardia Civil, si la mujer herida no declaró hasta el día siguiente de los hechos?», a lo que Jonás respondió con un lacónico: «Sí que debían saberlo».

«¿Y qué pasó en el juzgado, todavía íbamos con el miedo en el cuerpo?», ironizó el fiscal. Una pregunta a la que Jonás ofreció una respuesta sorprendente. «Me preguntaron si ratificaba, pero yo entendí que era "si rectificaba", porque la palabra ratificar no la había escuchado en la vida».