«No está. Se ha ido de viaje. Se ha ido a casa de unos familiares en Tarragona y luego se irá a Barcelona unos días». Quien abre la puerta y da la explicación es una hermana de A. E., el presunto pederasta. Este docente jubilado, hoy de 68 años y que hasta ayer vivía apartado del mundo en casa de su madre, en un municipio de Castelló, ha decidido buscar refugio en otro lugar el día en que una información del diario El Periódico de Catalunya ha desvelado que este antiguo profesor del colegio de los Maristas de la Inmaculada de Barcelona ha admitido haber abusado de alumnos suyos entre 1975 y 1993.

Tres antiguos alumnos de A. E., que fue tutor de cursos de EGB durante al menos 15 años, han decidido ahora, tras el escándalo en otro colegio de Maristas de Barcelona -el de Sants-, revelar públicamente los abusos sexuales a los que los sometía este maestro castellonense. Tenían 7, 9 y 10 años cuando A.E. les palpaba los genitales en plena clase, tras obligarles a acercarse a su mesa con la excusa de revisar sus tareas.

Aquellos niños, que sufrieron las vejaciones de A. E. cuando cursaban primero, tercero y cuarto de EGB, tienen hoy 46, 37 y 32 años. El relato que los tres han desgranado al citado diario coincide milimétricamente en cuanto al modo de actuar del maestro pese a que sucedieron en tres momentos distintos a lo largo de casi dos décadas.

Durante la clase, llamaba a su mesa a los chicos -a las chicas las dejaba en paz- y les obligaba a formar una fila con la excusa de que debía «corregir» sus trabajos. Iban pasando de uno en uno. Los situaba a su lado, con el panel frontal de la mesa ocultando sus manos a la vista del resto de alumnos. Cuando los tenía cerca, les tocaba los genitales. Por dentro de la ropa interior. Funcionaba con el método de «ensayo y error», explica uno de ellos. Si el niño era tímido, callado, los abusos se prolongaban a lo largo del tiempo. Si encontraba oposición, no volvía a intentarlo con el mismo. Por ello, los tres están convencidos de que «hay muchos alumnos más».

La escuela frenó las denuncias

El primero de estos tres casos se produjo en 1977. El niño lo contó en casa y sus padres se reunieron con el director. No hubo denuncia formal y los tocamientos cesaron. El segundo sufrió los abusos cuando A. E. era su tutor en 4º de EGB, en el curso 1988-89. Tampoco hubo denuncia.

El tercer caso, lo padeció el denunciante cuando tenía 10 años, en enero de 1993, a la vuelta de las Navidades. La madre acudió al colegio en cuanto su hijo le confesó lo que le hacía A. E. y se entrevistó con el director. Hoy, arrepentida, recuerda que el responsable de los Maristas del Eixample, que no se sorprendió pese a la gravedad de la acusación, la convenció de que no denunciase porque el escándalo comprometía «el prestigio» del centro. A cambio, le prometió que A. E. sería apartado «para siempre» del trabajo con niños. A partir de ahí, el valenciano dejó ese colegio. No existe constancia en este momento de que continuara impartiendo clases en otros centros de la congregación.