Dos fechas han marcado para siempre la vida de Daniel F. P. de 41 años, que todavía sigue sin asimilar que su compañera sentimental, Alejandra G. P., de 31 años, haya podido arrebatarle supuestamente la vida de su pequeño de ocho años por un sentido enfermizo de la posesión y los celos.

La primera fecha que jamás olvidará es la tarde del 30 de agosto de 2017, cuando su hijo de acogida familiar permanente fallecía asfixiado en el número 26 de la calle Quijote de Elda. Un piso alquilado que compartía con Alejandra, con la que inició una relación sentimental en 2016. Ambos se conocieron tras sus respectivas separaciones. Ella padece una discapacidad auditiva completa y tenía a su cargo un hijo de cinco años de su matrimonio anterior. Él, que es muy conocido por su faceta de preparador físico y entrenador de atletismo, siguió muy vinculado a su pequeño como venía ocurriendo desde que llegó a su vida a los cuatro años bajo la tutela de la Generalitat Valenciana. De hecho el cariño, la educación y los cuidados que recibió de Daniel y de Penélope M. S., la madre titular de acogida permanente tras la separación de ambos, contribuyó a que el niño mejorase de la epilepsia y el autismo leve que padecía.

El 31 de mayo de 2018 es la segunda fecha que ha terminado de hundirle la vida a Daniel. Fue el pasado jueves, a primera hora de la mañana, cuando la Policía Nacional detenía a su pareja en el nuevo domicilio de ambos, el 23 de la calle Maximiliano García Soriano, acusada de asesinato, simulación de delito y falsa denuncia. Éstos dos últimos cargos como consecuencia del relato que inventó tras asegurar a los agentes que habían sido dos hombres, con ropa y cascos de motoristas, los que realizaron el asalto violento a la vivienda y mataron al niño tras agredirla a ella.

Los efectivos de la Comisaría de Elda-Petrer y del Grupo de Homicidios de Alicante y Madrid sospecharon, desde la misma noche del estremecedor suceso, que todo se trataba de un montaje urdido por la ahora encarcelada. Pero Daniel la apoyó desde el primer momento y creyó firmemente en su versión de los hechos. Tal es así que los agentes también lo investigaron a él ante la posibilidad de que pudiera estar tratando de encubrirla. Pero en abril, un mes antes de la detención, se produjo un acontecimiento que contribuyó a demostrar que no ocultaba nada.

Según ha podido saber este diario por fuentes cercanas a la familia, Daniel recibió en la vivienda una carta anónima en la que se le comunicaba que Alejandra había matado a su hijo. Su reacción no se hizo esperar. Se presentó en la Comisaría con el escrito para entregarlo a los policías. En los días posteriores le invadió el desánimo y suspendió sus entrenamientos. En su cabeza parecía estar produciéndose una lucha interna porque comenzaba a desconfiar de su pareja, de la que estaba enamorado y con la que tiene una hija de apenas tres meses. Pero seguía negándose a aceptar que hubiera podido hacer algo tan cruel e inhumano. Ahora que la jueza ha enviado a Alejandra a prisión y la fiscal le imputa asesinato, Daniel está en shock. No logra entender cómo ha podido ocultarle la verdad durante nueve meses, con tanta frialdad y sin mostrar el más mínimo arrepentimiento.