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El kamikaze ya sufrió otro accidente anterior

Los vecinos del conductor suicida están consternados y creen que "tuvo que equivocarse"

El kamikaze ya sufrió otro accidente anterior

"Es imposible que lo hiciese queriendo. Era un hombre de lo más normal. Tuvo que equivocarse al coger la autopista". Los vecinos de la localidad valdesana de Villuir no salían ayer de su asombro. Nadie daba crédito a que Juan Manuel Fernández Fernández, su vecino, hubiese sido el kamikaze que perdió la vida en la "Y" tras recorrer más de 50 kilómetros de la A-8 en sentido contrario. "Necesitaba dos muletas para caminar porque le habían quedado secuelas de otro accidente de tráfico, pero no cogía el coche ebrio ni hacía nada raro", señalaban ayer los residentes.

Según sus vecinos, Fernández era natural de Villagermonde, una pequeña aldea del concejo asturiano de Valdés. Había llegado a Villuir hace años, donde se casó con una vecina. Se divorció y se quedó a vivir allí. Residía en una vivienda de planta baja, "La Casina", detrás de la gasolinera del pueblo; una vivienda de alquiler a la que se llega por un una caleya entre maizales y que compartía con su compañera sentimental. Ayer la vivienda estaba cerrada a cal y canto. Las persianas estaban bajadas y en el terreno frente a la casa sólo esperaba un tendedero con la ropa al aire. Ni rastro de coches.

Los parroquianos describen a Fernández como un tipo normal, aunque reconocen no saber mucho de su vida. Sí saben que el del lunes no fue el primer accidente de tráfico de su vida. De hecho, años atrás ya había tenido un grave percance que le había dejado importantes secuelas que le obligaban a ayudarse de dos muletas para caminar.

Antes de eso había trabajado en un almacén de piensos propiedad de unos parientes de su exmujer. "Estamos impactados por la noticia pero no queremos hablar del asunto", se limitaron a expresar ayer en la empresa, con la que ya no tenía contacto "desde hace muchos años".

De aquel matrimonio con su exmujer, con la que no guarda buena relación, nacieron dos hijos: Jairo y César. "Están destrozados. Es normal, se trata de una situación muy dura", decían ayer los compañeros de trabajo de uno de ellos, empleado en un conocido restaurante ubicado en el puerto de Luarca. "Es una tragedia", abundaron. Según los residentes, la relación entre padre e hijos no era muy estrecha; si bien, en los últimos meses parecía haberse acercado más a uno de ellos.

Incrédulos estaban también los trabajadores y clientes del restaurante Villuir, a escasos 100 metros de la casa de Fernández, donde el fallecido era un habitual. "Se tomaba cuatro cervezas o cuatro vinos como mucho. Nunca más. No sabemos cómo pudo hacer eso. No parecía que estuviese deprimido, ni capaz de hacer algo así. Tuvo que ser una equivocación", coincidían hosteleros y vecinos.

Según explicaron en el bar, Fernández había tenido recientemente una consulta médica en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). "Estaba pendiente de una operación, pero no sabemos qué fue lo que le dijeron", relató un hostelero valdesano, que seguía sin dar crédito a lo sucedido:. "Ayer yo mismo pasé por la misma carretera minutos antes del accidente y hoy nos despertamos con esta noticia. Resulta imposible creer que haya pasado esto".

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