«Oye: ¿qué haces?»... ¡No, mi corazón, auxilio, me voy a morir! ...». Los gritos desgarradores de Milko Remberto tras ser acuchillado mortalmente por su mujer, que la propia víctima grabó con su teléfono móvil sin ser consciente de que iban a ser los últimos instantes de su vida, dejaron ayer la sala del Tribunal de Jurado enmudecida. La reprodución del audio tras la declaración de la acusada, que sigue negando la evidencia, se ha convertido en la prueba clave del juicio, como ya adelantó Levante-EMV hace meses.

En la grabación, que fue reproducida ayer durante la vista oral a instancias del fiscal, que solicita doce años y medio de prisión para la acusada por un delito de homicidio, se escucha claramente cómo Flora María Ch. S., de 32 años y nacionalidad boliviana, amenaza de muerte en reiteradas ocasiones a su pareja justo antes de asestarle una certera cuchillada en el corazón. «De mí te vas a acordar, te he amado con todas mis fuerzas», «no sabes lo hija de puta que soy, te voy a matar» o «no vas a vivir, no vas a vivir», son algunas de las amenazas que pudieron escucharse en la sala.

La acusada, que se había negado previamente a responder a las preguntas del fiscal, lo que supone una contradicción en sí misma ante las declaraciones prestadas por la procesada en fase de instrucción, tras escuchar la grabación sí quiso puntualizar algunas cuestiones, pero insistió en que fue su pareja quien se clavó el cuchillo en el corazón de forma accidental al arrebatarle el arma a ella. «Sí, le dije: 'Te meto un cuchillo cuando duermas', pero no ahorita», trató de justificarse en un intento desesperado por ocultar su crimen, pese a la prueba irrefutable del audio.

Ante las preguntas de su letrado, la propia acusada reconoció su carácter posesivo y el supuesto móvil que la habría llevado a querer acabar con la vida de la persona con la que llevaba diez años de relación sentimental, los celos. «Soy celosa con motivo», alegó, al explicar que en ocasiones éste llegaba con olor de «perfume de otra mujer». Asimismo admitió que «alguna vez le cogía el celular por si había estado con otra».

Como ocurre en los casos de violencia machista, pero en este caso a la inversa, el hombre había decidido poner punto final a la relación. «No te quiero, solo quiero que aceptes que no te quiero, solo quiero que me dejes que me vaya», le dice, según se escucha en el audio que él mismo grabó al activar la grabadora de su teléfono móvil harto de las discusiones.

De hecho, en esta ocasión -y aunque no sea lo habitual- la violenta era ella. Meses antes del crimen, Flor María había sido detenida por golpearle con una llave inglesa en la cabeza aprovechando que éste estaba tumbado en el dormitorio.

Sin embargo, la procesada trató de desviar la atención de los miembros del jurado hacia otras cuestiones por las que discutían, más allá de los celos. «Yo quería ser madre, me hacía ilusión», explicó, a la vez que indicó que se hicieron pruebas y que él no podía. «Me trataba mal para que yo me fuera de casa, así que me cansé y me enrollé con otro chico», argumentó. Para acto seguido insistir: «Siempre lo he amado, le escribía mensajes en el espejo».

«Soy celosa con motivo»

Los hechos ocurrieron pasadas las doce y media de la madrugada del 23 de octubre de 2017 en el domicilio que compartía la pareja en la calle Rubén Vela de València. Según relató la acusada, durante el día estuvieron juntos en un chalé, dando una vuelta por Cullera y haciéndose fotos por el Hemisfèric. Una vez en casa se inicia la discusión tras un intercambio de reproches. Aunque la presunta homicida niega que lo matara, sí reconoce que cogió un cuchillo «para amenazarle porque él me había quitado el móvil».

La defensa sostiene que su cliente es «ajena a la muerte de su marido». Alternativamente, considera que los hechos podrían ser constitutivos de un delito de homicidio con una eximente incompleta, ya que habría actuado bajo los efectos de bebidas alcohólicas y estupefacientes y bajo «un estado pasional de ira emocional incontrolada». Por su parte, el fiscal aprecia las circustancias agravantes de abuso de superioridad. por el uso del arma, y parentesco.