En apenas medio mes dos juicios por violaciones a sendas menores tuteladas tras escaparse de sus respectivos centros de acogida y la condena a un educador por abusos a otra dentro de las propias instalaciones. El último de los casos es el de una niña de tan solo doce años, quien relató ayer por videoconferencia la agresión sexual sufrida en una casa ocupada de València en diciembre de 2018. Su presunto agresor, un joven marroquí con una orden de expulsión en vigor, se enfrenta a catorce años de prisión, según la petición del Ministerio Fiscal.

Durante el juicio celebrado ayer en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de València, el acusado negó haber violado a la menor e incluso haber tenido cualquier tipo de contacto sexual con ella. No obstante, no supo explicar cómo los agentes de la UFAM de la Policía Nacional hallaron restos biológicos suyos -semen- en el cuerpo de la niña.

Esta prueba de ADN y la identificación que realizó la menor de su agresor suponen carga incriminatoria suficiente, según la fiscalía. Aunque hay un detalle objetivo, que esgrimió la defensa, y es el hallazgo de un segundo perfil genético de otro varón distinto a su cliente. En la casa ocupada de la calle Serratella de València donde se produjo la presunta violación había otros chicos jóvenes que pudieron tener contacto sexual con la víctima.

Esa fue la estrategia utilizada por la defensa y que el acusado trató de introducir en su declaración. Que cuando entró en la habitación la menor estaba acostada con otro chico. «Estaban tapados con una manta», apuntó.

Por su parte la víctima, que tenía solo doce años y con un coeficiente intelectual límite, explicó en el juicio que estaba dormida en la habitación de la citada casa, a la que había acudido con una amiga de origen marroquí, cuando notó que un chico le intentaba introducir su pene. «Me dijo que quería hacerlo conmigo y le dije que no», sostiene la menor, que en todo momento se negó a tener sexo pero cuya resistencia logró vencer presuntamente el acusado.

La víctima reconoció que no gritó pese a que había más gente en la casa porque «tenía miedo» y pensaba que se iban a burlar de ella. Un amigo del acusado, y conocido de la agredida, trató de exculparlo asegurando que no escuchó nada y que a la mañana siguiente no vio que la menor tuviera marcas ni lesiones. «Mi amigo estaba muy borracho, pero no hizo nada malo con la chica», remarcó ante las preguntas de la fiscal este testigo.

Los hechos ocurrieron hace justo un año, concretamente el 16 de diciembre de 2018, cuando la menor, acogida en un centro de València, curiosamente el mismo donde estaba trabajando hasta hace poco el educador condenado a cinco años de prisión por un delito continuado de abusos a otra menor, salió sin autorización del mismo. La víctima, tutelada por la Generalitat, acudió a una casa ocupada, donde había otros jóvenes, y allí fue violada presuntamente cuando se encontraba descansando en una cama de una de las habitaciones de la vivienda.

La Fiscalía solicita para el acusado, en prisión provisional, una pena de catorce años de cárcel por un delito de agresión sexual con acceso carnal a una persona menor de 16 años. Asimismo, se le exige que indemnice a la víctima con 20.000 euros en concepto de responsabilidad civil.