El Instituto Nacional de Toxicología (INT) sitúa, como media, la dosis letal de cocaína en un organismo en 0,5 miligramos por litro de sangre. En el cuerpo de Lady Marcela Vargas, la segunda presunta víctima del supuesto asesino de Marta Calvo, los forenses hallaron esa cifra multiplicada por casi 19.

La joven colombiana muerta el 15 de junio del año pasado durante un encuentro sexual con Jorge Ignacio P. J., de quien se han hallado numerosos restos de ADN en el cadáver de la víctima, tenía en su organismo un nivel de cocaína cifrado en 9,34 miligramos por litro de sangre. Una auténtica barbaridad que supera, con creces, los índices hallados en organismos con sobredosis de esa sustancia, tanto en los servicios de urgencias como en las autopsias a cadáveres, y que recogen distintas publicaciones médico-legales.

Pero no solo los valores de cocaína libre en sangre eran exageradamente elevados. Los análisis toxicológicos cifran en 4,43 miligramos por litro la benzoilecgonina detectada en el cuerpo de Lady Marcela. Se trata del metabolito principal de la cocaína una vez ha pasado por el torrente sanguíneo y ha llegado al hígado.

Aunque los valores en casos de intoxicación grave, tanto en personas vivas como en cadáveres, son muy dispares y generan controversia entre la comunidad científica a la hora de determinar la dosis letal, ya que depende de numerosos factores -desde la pureza de la sustancia y su forma de consumo a la habituación del consumidor, pasando, entre otros, por la combinación con otros tóxicos-, hay consenso en una horquilla que, en el caso de Lady Marcela, se superan sobradamente. Es más, el INT la fija en 0,5 miligramos por litro de sangre, como recoge la literatura médicolegal.

Esas cifras adquieren importancia, precisamente, cuando se ponen en relación con lo que las mujeres que sobrevivieron a encuentros sexuales con Jorge Ignacio P. J. han declarado ante la Guardia Civil y que se perfila, a juicio de los investigadores, como el modus operandi del presunto autor serial de todos esos hechos.

Las ocho mujeres, al menos, que han declarado a fecha de hoy ante la Guardia Civil y ante la Policía Nacional, y que no se conocían en absoluto entre sí, ofrecen un relato único: que Jorge Ignacio P. J. insistía en practicar sexo con 'fiesta blanca' (consumiendo cocaína) y que, aceptaran a o no, a todas ellas les insertó en los genitales, en contra de su voluntad, piedras de cocaína de un tamaño similar al de una lenteja o mayor. Esto es, que les habría administrado elevadas cantidades de esa droga lo que les provocó desde pérdida de consciencia hasta sensación de muerte inminente.

Una segunda sustancia

Algunas de las mujeres, las menos, habían accedido a usar cocaína durante el acto sexual, pero, aún así, se encontraron posteriormente las piedras de droga en la vagina y el ano o, incluso, relatan que se obstinaba en frotarles coca en polvo por distintos puntos del cuerpo, entre ellos axilas, ingles o debajo de los senos.

Y las que no aceptaban consumir voluntariamente durante esos encuentros, vuelven a coincidir en el relato: les ofrecía bebidas -con una segunda sustancia aún no determinada, cree la Guardia Civil- y perdían el conocimiento -e incluso la memoria-. Al salir de ese estado letárgico -la declaración de alguna de ellas es realmente espeluznante- vuelven a coincidir en que detectaron piedras de cocaína en sus genitales.

Una de las chicas incluso acudió al servicio de urgencias del Hospital Arnau de Vilanova y pidió ser sometida a un examen toxicológico, exponiendo que sentía que la habían envenenado, pero ese análisis, que hoy apuntalaría la acusación contra Jorge Ignacio P. J., no se realizó porque la médica de urgencias juzgó que no era necesario.

Además, varias de esas mujeres, cuyas agresiones se investigarán en la misma causa que aglutinará las muertes de Lady Arliene Ramos (3 de abril de 2019), Lady Marcela Vargas (15 de junio de 2019) y Marta Calvo Burón (7 de noviembre de 2019), coinciden en señalar que le vieron a Jorge Ignacio P. J., al que todas ellas han reconocido sin ningún género de dudas como el hombre que las sometió a lo que cuentan, con una piedra de cocaína de gran tamaño, que le ocupaba la mano entera y que, en algún caso, ocultó debajo de la cama para ir cogiendo pellizcos de droga a escondidas e introducírselos en la vagina y en el ano.

Todas ellas contaron que los síntomas -coincidente en todos los casos- comenzaron a los pocos minutos de estar en compañía del acusado, quien permanece en prisión preventiva, de momento, por dos de las muertes, la de Marta Calvo y la de Lady Marcela.

Con esos relatos de esas ocho supervivientes sobre la mesa, cobran sentido esos elevados niveles de 9,34 miligramos de cocaína por litro de sangre y 4,43 de benzoilecgonina que presentaba el cuerpo de Lady Marcela, más compatibles con la administración a manos de un tercero que con el consumo voluntario.

Tal como publicó ayer en exclusiva Levante-EMV, aunque esa brutal sobredosis de cocaína es la causa de la muerte de la joven colombiana, los forenses hallaron otros signos de violencia en el cadáver. De hecho, el informe de los especialistas que practicaron la autopsia recoge con claridad que detectaron señales de ahogamiento en la víctima, hasta el punto de reflejar que, dados esos hallazgos, «no se puede descartar el mecanismo de asfixia mecánica por oclusión extrínseca». O, lo que es lo mismo, que alguien trató de ahogarla taponando sus vías respiratorias.