Fiel a las expectativas, Pilar Jacome, la madre del presunto asesino en serie Jorge Ignacio P. J., se negó a declarar ayer ante el juez de València que investiga a su hijo por, entre otros delitos, el asesinato consumado de Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas, y los asesinatos intentados de otras ocho mujeres. «Me acojo a mi derecho a no declarar», respondió al magistrado cuando le informó, como es preceptivo, que su parentesco con el acusado le eximía de prestar declaración si lo que iba a decir le resultase perjudicial en la causa, como estipula el artículo 416 de la ley de enjuiciamiento criminal.

El juez de Instrucción número 20 de València, que dirige la investigación contra Jorge Ignacio P. J. desde que se unificaron todas las causas judiciales en una sola, hace año y medio, también le advirtió de que, en caso de acceder a responder a las preguntas de las partes, lo haría en calidad de testigo y, por tanto, estaría «obligada a decir verdad». El ordenamiento jurídico español impone decir la verdad a todos menos a los acusados, que tienen derecho a mentir.

Así, una vez advertida, en esta ocasión por el magistrado, Pilar Jacome solo abrió la boca para decir que «se acogía al derecho a no declarar», para añadir a continuación, sin que nadie le preguntase: «Ya dije lo que tenía que decir a la Guardia Civil». La frase es idéntica a la que pronunció su hijo durante su primera comparecencia ante este juzgado, cuando la abogada de la madre de Marta Calvo le instó a responder, a través del juez y a petición de su cliente, que revelase qué hizo y dónde estaba el cuerpo de la joven de Estivella. También entonces, el hijo respondió con un seco: «Ya dije lo que tenía que decir a la Guardia Civil».

Tal como pretendía la madre, su comparecencia se celebró por videoconferencia desde los juzgados de lo Penal de Palma de Mallorca, donde reside. Llegó poco antes de las 9.30 horas y, tras mostrar su identificación, fue acompañada hasta la mesa donde estaba conectado el ordenador. Realmente, chequear su conexión y las de las dos abogadas que asistieron desde sus despachos en Madrid —la acusadora particular en nombre del padre de Marta— y Pamplona —la defensora del presunto asesino en serie— y comprobar que el juez, la fiscal y los otros tres letrados que actúan como acusación particular —Pilar Jové y Vicente Escribano para la madre de Marta y Juan Carlos Navarro para las familias de Lady Marcela y Arliene y las de siete de las ocho víctimas supervivientes— es lo que más tiempo ocupó.

El resto, apenas cinco minutos, fue la advertencia del juez y la negativa de la madre a declarar. Después, se dio por finalizada la comparecencia y se desconectaron las tres videoconferencias. Jacome salió de los juzgados con mascarilla y grandes gafas de sol y se negó a contestar a las preguntas de los periodistas que la esperaban ante el edificio judicial. De hecho, se subió al taxi que la esperaba mascullando entre dientes.

«El que calla, otorga»

Con esa frase resumió Navarro la esperada comparecencia de Jacome, ordenada a principios de mes por el juez a petición de ese letrado y de Jové. «Ya nos esperábamos que no declarase. Es muy elocuente lo que ha hecho. Si realmente estuviese convencida de la inocencia de su hijo, lo defendería con uñas y dientes y estaría dispuesta a responder a todas las preguntas necesarias y, desde luego, no guardaría silencio como ha hecho hoy [por ayer]». «El que calla, otorga», resumió.

Jové y Escribano, por su parte, coincidieron en ese análisis. «La ley ampara a la madre para que no declare, siempre que se pueda perjudicar a un familiar. Por tanto la lectura es clara: su negativa a declarar es porque algo en contra de su hijo tendría que decir».

«En su declaración ante la Guardia Civil hubo incongruencias, como cuando dijo que había estado con los dueños de la casa de Manuel unos 10 minutos para pagarles el alquiler, cuando luego han tenido que admitir que estuvieron cenando los cuatro juntos durante más de dos horas. Esto aparentemente no tiene importancia, pero la tiene si no lo aclara».

«Está en su derecho de no declarar, pero también tiene derecho mi cliente a conocer donde está el cuerpo de su hija, aunque para eso lamentablemente no le ampare ninguna norma», lamentó Jové.

El análisis del Mercedes del testigo marcará el nuevo rastreo del cuerpo

La de ayer fue una de las últimas pruebas testificales previstas antes de que se dé por cerrado el sumario contra Jorge Ignacio P. J. Sin embargo, los investigadores del equipo de Homicidios de la Guardia Civil de València y de la UCO aún no han dicho la última palabra.

Aparte de que, esté en la fase que esté el procedimiento judicial, la búsqueda de Marta no cesará, hay un informe pendiente que propiciará un nuevo rastreo. Se trata de la prueba pericial para conocer los itinerarios recorridos por el Mercedes del testigo que declaró espontáneamente ante los agentes en marzo del año pasado para contar, entre otras cosas, que yendo un día con su coche (el Mercedes) con Jorge Ignacio P. J. como copiloto, este le había comentado «qué buen lugar para deshacerse de un cuerpo» justo al pasar al lado de una caseta abandonada. Fue entre mayo y junio de 2019. Entonces ya había matado presuntamente a Lady Marcela y a Arliene y había tenido incidentes graves con otras dos chicas, al menos. Lo dijo en la carretera que enlaza l’Olleria, donde residía el presunto asesino, a Gandia, pero el testigo no pudo precisar en qué punto exacto del trayecto. Tampoco, con certeza absoluta, si fue justamente entre esos dos municipios o en otro momento o, incluso, otro día.

Dado que el coche lo vendió y ya no tiene acceso, por tanto, al histórico del GPS del vehículo, la Guardia Civil ha solicitado esa información a Mercedes Benz España. Los agentes también cuentan con un dibujo de esa casa realizado por el testigo a petición de los investigadores. Con todos esos datos, trazarán una nueva área en la que buscar el cuerpo de Marta.

T.Domínguez. València