
Ver más galerías relacionadas
Tamara Morillo
Ver galería >Patrick Nogueira, José Enrique Abuín, alias ‘El Chicle’, Ana Julia Quezada, Igor ‘El Ruso’. Los nombres son más que conocidos. Sus atrocidades también. Los cuatro protagonizan historias terribles. Los cuatro han sido condenados a la máxima pena que existe en España: prisión permanente revisable. Hay otros 24 asesinos que, como ellos, envejecerán en la cárcel.
Patrick Nogueira, José Enrique Abuín, alias 'El Chicle', Ana Julia Quezada, Igor ‘El Ruso’. Cuatro nombres grabados a fuego en la crónica negra de España. Nogueira mató a cuatro miembros de su familia y descuartizó sus cuerpos. José Enrique Abuín, alias 'El Chicle', asesinó y escondió el cuerpo de Diana Quer; Ana Julia Quezada hizo lo mismo con el pequeño Gabriel Cruz. Igor ‘El Ruso’ sembró el terror en Teruel con un triple asesinato, acabando con la vida de dos guardias civiles y un ganadero. Los cuatro han sido condenados a la máxima pena que existe en España. No son los únicos. Otros 24 asesinos cumplen la máxima pena.
“Hoy lo vamos a encontrar”, “hoy va a aparecer”. La actuación de Ana Julia Quezada quedó registrada por la multitud de medios de comunicación que día a día daban cobertura a la búsqueda de Gabriel Cruz. El pequeño de 8 años desapareció el 27 de febrero de 2018 en Las Hortichuelas (Almería). El 11 de marzo apareció su cuerpo sin vida. Entre tanto, la asesina, que era pareja del padre del niño, participó en batidas de búsqueda, dejó una camiseta del pequeño en unos matorrales para despistar a los investigadores, y fingió que lo buscaba. “Solo quería que se callara”, alegó tras ser detenida.
Diana Quer desapareció el 22 de agosto de 2016 cuando volvía a casa en A Pobra do Caramiñal (A Coruña). Tras 500 días oculto en un pozo, la Guardia Civil halló su cuerpo el 31 de diciembre de 2017. Dos días antes se detuvo al principal sospechoso, José Enrique Abuín, ‘El Chicle’, que había sido acusado en ese momento por un intento de secuestro y agresión sexual a otra joven en Boiro.
La tarde del 17 de agosto de 2016 Patrick subió a un autobús en Alcalá de Henares que le dejó en Pioz (Guadalajara). Visitaba a su familia: su tío, su tía -la mujer de este- y sus primos (un niño de 18 meses y una niña de casi 4 años). Los mató a todos. Primero a los niños, luego a la tía y por último al hombre, al que esperó a que llegara a casa con los cuerpos ya sin vida del resto de la familia. Después, descuartizó los cuerpos de los adultos y metió los cadáveres en bolsas. Limpió la casa y se marchó. Mientras cometía los hechos mantuvo conversaciones de WhatsApp con un amigo de Brasil. Los cuerpos sin vida de los cuatro miembros de la familia fueron descubiertos un mes después del crimen, el 18 de septiembre, tras el aviso a la Guardia Civil “por el olor nauseabundo que emanaba de la vivienda”.
Mató a su hijo recién nacido. Nunca acudió a un ginecólogo y buscó en Internet cómo dar a luz en casa. El bebé nació en su habitación y, tras ello, le asestó 53 puñaladas, lo metió en una mochila y lo arrojó a un contenedor. Tras asesinarlo en su cama, dio la vuelta al colchón y lavó las sábanas.
En la madrugada del 25 de enero de 2016, asesinó a la pequeña Alicia, una bebé de 17 meses, arrojándola por la ventana de un primer piso en una vivienda de Vitoria. Para eludir la máxima condena alegó que la criatura le “había mirado fijamente, con ojos llenos de odio”. Se identificó como “San Daniel”, y dijo que tenía que luchar contra el mal. Además, intentó matar a la madre de la niña, una joven brasileña de 18 años residente en Burgos a la que había conocido dos meses antes por Internet. La mujer indicó que la explosión violenta llegó cuando se negó a tener relaciones sexuales con él.
Asesinó brutalmente a sus hijas de 4 y 9 años. Les dio nordiazepam, oxacepan y tizandina antes de atacarlas -hasta en diez ocasiones- con una sierra radial. Los hechos tuvieron lugar en Moraña (Pontevedra) la noche del 31 de julio de 2015, mientras el hombre disfrutaba del régimen de visitas asignado tras el divorcio. Reconoció los hechos. La suya fue la primera condena de prisión permanente revisable en España. Nunca recurrió al Tribunal Supremo.
Asesinó a su hijo de 11 años en Oza (A Coruña) el día de la Madre de 2017 con la intención de causar "el mayor sufrimiento psíquico a su exmujer". Se dirigió con el niño a un lugar boscoso y apartado y le asestó varios golpes en la cabeza con una pala hasta matarlo. Trató de ocultar el cadáver, pero desistió y lo dejó a la vista. Ese noche, se dirigió a un hotel donde fue detenido a la mañana siguiente.
Mató al hijo de acogida de su pareja, un niño de ocho años llamado Dominique en Elda (Alicante). El 30 de agosto de 2017, al crío le tocaba estar con su padre, pareja de Alejandra. Este se marchó a trabajar al club de atletismo en el que entrenaba y ella se quedó con el niño. La mujer fingió que habían sido atacados por dos hombres vestidos de motorista. Se hizo cortes y se ató a sí misma. Cuando llegaron los servicios de emergencia encontraron al niño semidesnudo y sin vida, mientras que ella permanecía atada y con algunas lesiones en brazos y piernas. La investigación de la Policía Nacional le quitó la máscara.
Mató a su sobrina política, Naiara, de 8 años, en Sabiñánigo, Huesca, en julio de 2017. Alegó que no quería matarla, solo castigarla. La pequeña murió a causa de un traumatismo craneoencefálico por golpes contra una mesa porque, según su asesino, no había estudiado lo suficiente. Eran habituales los golpes y torturas.
Asesinó a su hijo Sergio, de 7 años, tres días después de que un juez le otorgara la custodia al padre del niño. “Si no es para mí, no es para nadie”, solía decir. Cuando la Guardia Civil fue alertada por una vecina, le dio el alto con su vehículo, pero ella no quiso salir del coche. En el automóvil estaba el cuerpo de Sergio. Le había estrangulado.
El 23 de marzo de 2018 asesinó a sus padres y a su abuelo acuchillándolos de madrugada en Guaza (Arona, Tenerife). El joven contó que esa noche fue a la cocina, se enfundó unos guantes de látex, agarró un cuchillo de unos 15 centímetros y subió al cuarto de sus padres. Los acuchilló hasta la muerte. También a su octogenario abuelo. Después, fingió que alguien había entrado a robar y llamó a la Guardia Civil. Horas después confesó el triple homicidio.
Este joven de 20 años violó y asesinó a su amiga de tan solo 15 años en Chella, Valencia. El 26 de octubre de 2016 envió un mensaje a la adolescente citándola en su antigua casa familiar, donde le aseguró que había más personas. La adolescente cayó en la trampa y se encontró en un lugar sin luz y a solas con su agresor. La violó y la asesinó asfixiándola con sus propias manos. Arrojó el cuerpo al fondo de una sima, consciente de lo que hacía, aunque intentó convencer al jurado de que había consumido drogas.
Tenía 4 años y se llamaba Sara. Era la hija de una mujer con la que Roberto Hernández acaba de iniciar una relación. Sara fue violada y asesinada. Lo que provocó su muerte fueron los golpes que le dieron en la cabeza. El asesino, confeso neonazi, mató a Sara porque era hija de un hombre rumano, una antigua relación de su pareja. La madre, Davinia, consintió. También fue condenada, en su caso a 12 años de prisión.
Golpearon, zarandearon y propinaron fuertes apretones con las manos y de forma reiterada a la víctima: un bebé de cinco meses. Los hechos tuvieron lugar durante varios días: desde el 22 al 27 de mayo. La recién nacida murió. La madre, de 19 años cuando ocurrieron los hechos, y el padrastro de la niña, de 20 años, "tienen la misma responsabilidad en la muerte de la menor", en la que los forenses hallaron, entre otras lesiones, la rotura del hígado.
Norbert Feher, más conocido como Ígor El Ruso, sembró el terror en Teruel. El 14 de diciembre de 2017, el exmilitar del Este de Europa mató al ganadero José Luis Iranzo y a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Caballero en la localidad aragonesa de Andorra. El padre de la primera víctima avisó a la Guardia Civil al oír los disparos, y a su llegada a la zona, los dos agentes fueron asesinados. Feher acaba de recurrir ante el Tribunal Supremo su condena de prisión de permanente revisable.
El 19 de diciembre de 2015 violó a una mujer que se encontraba inconsciente en su casa de Castellar del Vallès (Barcelona) y después la estranguló hasta la muerte. La víctima, el asesino y algunos amigos habían estado celebrando el cumpleaños de ella. El condenado llevó al resto de invitados a una gasolinera cuando acabó la fiesta, mientras la mujer, inconsciente por el consumo de alcohol y fármacos se quedó en su casa. Cuando él regresó, la violó en múltiples ocasiones y acabó con su vida.
En febrero de 2019 asesinó a su tía, Rosa María Concepción, en un piso del barrio de Ofra (Tenerife). Tras siete años de maltrato, la mujer -con discapacidad- sufrió una muerte violenta, agónica y lenta. En los días anteriores al fallecimiento sufrió numerosas e importantes agresiones. El informe forense señaló que Rosa María murió por shock hemorrágico producido por la "incontable" cantidad de golpes que recibió en todo su cuerpo a lo largo de varios días.
Mourir asesinó en 2017 a su pareja Rakel y al hijo de esta, Markel, de tan solo 12 años en Alcobendas (Madrid). "Acabo de matar a cuchilladas a Rakel y al niño, están en la casa", le dijo a su prima y colgó el teléfono. Cuando llegaron los servicios de emergencia se encontraron los dos cuerpos sin vida que yacían en un gran charco de sangre.
12 de noviembre de 2017. Laurentiu Mihai, de 30 años, se hallaba en su domicilio familiar en Alzira (Valencia). Allí vivía con su mujer, Victoria, y otros dos compatriotas a quienes había alquilado una estancia de la vivienda. Se dirigió a la habitación en la que dormía la hija de su mujer (no biológica de él), de dos años, y la degolló con un cuchillo de cocina. Lo hizo, remarca la resolución judicial, para «causar un menoscabo psíquico grave y un perjuicio irreparable a su esposa y madre de la menor, después de que le comunicara su intención de divorciarse».
Intento agredir sexualmente a su víctima, pero no pudo. Le asestó varias puñaladas y la mató. Ana María Morales murió el 12 de marzo de 2017 en Pilas (Sevilla). Enrique Romay no consiguió lo que quería y acabó con ella para evitar que lo denunciara.
Asesinó a cuchilladas a toda su familia en el barrio Juan XXIIII de Alicante. El 13 de septiembre de 2018, el acusado mató a su hermano Alejandro de 42 años durante una discusión en el domicilio familiar. A continuación, esperó a que volvieran sus padres, de 71 y 88 años, a quienes atacó por separado y por la espalda conforme fueron llegando a la casa. En total asestó 55 puñaladas a los tres fallecidos.
El 18 de septiembre de 2018, dos familias navarras de etnia gitana se enfrentaron por un conflicto matrimonial: los Jiménez Jiménez contra los Jiménez Echeverría. Juan Carlos -padre-, Juan Carlos -hijo- y Emilio -hijo-, viajaron al pueblo de Cáseda y se enfrentaron con Fermín, José y Cristian, de los Jiménez Echevarría. Estos tres murieron asesinados. Tras una intensa investigación, Juan Carlos hijo fue absuelto, mientras que su hermano y su padre fueron condenados a la máxima pena.
Fue el 4 de junio de 2018 en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) cuando Laia, de 13 años, fue a ver a sus abuelos. Tras la visita, su padre la esperaba en la calle, donde aparcó a la espera de que saliese del portal, pero la niña no llegó a abandonar el inmueble. Juan Francisco, vecino de sus abuelos, la apresó al salir y la metió en el interior de su vivienda. La agredió sexualmente, y la mató de forma "agónica y cruel". Uno de sus tíos encontró su cuerpo bajo el colchón de su habitación tras llamar a su puerta por segunda vez, durante la búsqueda de la pequeña.
Asaltaba a bandas de narcotraficantes. El 27 de abril de 2017, pasadas las diez de la noche, le devolvieron la jugada: otros narcos le robaron a él. Un miembro de su banda le había vendido. Como venganza, ese mismo día Adonis mató a quien le había traicionado. Y ejecutó a dos hombres más y lo intentó con otro. Esta guerra de narcos tuvo lugar en El Prat.
Asesinó a su hija, una niña de nueve años llamada Kiara, a la que envenenó y asfixió en el barrio bilbaíno de Atxuri. Intentó suicidarse después, pero le salvaron la vida los servicios de emergencia. Cuando despertó, dijo que la tarde del 16 de enero de 2019, un hombre encapuchado, vestido de negro y armado con un cuchillo, entró en su casa tras forzar la puerta y le obligó a matar a la niña. Había dejado unas notas para su otra hija en las que afirmaba dicha historia, por si no despertaba. La policía investigó la posible presencia de ese intruso en el lugar del crimen y la descartó. Fue detenida y condenada.
Asesinó con ensañamiento y alevosía a Antonia G.A. -con la que había tenido una breve relación sentimental- después de agredirla sexualmente. Ocurrió en la madrugada del 17 de enero de 2017 en la vivienda de la víctima, en Huércal de Almería. El condenado se hizo con una copia de las llaves de la casa, entró en silencio y se descalzó para no dejar huellas. Antonia, que dormía en ese momento, recibió más de 50 golpes con un cuchillo con sierra, un portarretratos y una lámpara. El asesino huyó por un patio y accedió a un túnel en el que se escondió. Allí aparecieron enterrados el móvil de Antonia, el cuchillo serrado y varias prendas de la víctima.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadasPatrick Nogueira, José Enrique Abuín, alias 'El Chicle', Ana Julia Quezada, Igor ‘El Ruso’. Cuatro nombres grabados a fuego en la crónica negra de España. Nogueira mató a cuatro miembros de su familia y descuartizó sus cuerpos. José Enrique Abuín, alias 'El Chicle', asesinó y escondió el cuerpo de Diana Quer; Ana Julia Quezada hizo lo mismo con el pequeño Gabriel Cruz. Igor ‘El Ruso’ sembró el terror en Teruel con un triple asesinato, acabando con la vida de dos guardias civiles y un ganadero. Los cuatro han sido condenados a la máxima pena que existe en España. No son los únicos. Otros 24 asesinos cumplen la máxima pena.