Una mujer que es hallada muerta con el cuerpo parcialmente calcinado al arder el comedor de su vivienda en Mislata, un marido que llama al teléfono de emergencias poco antes de celebrarse la Nochebuena alertando del fuego y al que parecen importarle más los aspectos materiales del inmueble y su perro —al que estaba paseando y también apareció muerto en una habitación al fondo de la casa—, que la vida de su propia esposa.

Algo huele mal desde un primer momento en este incendio ocurrido en una vivienda de la calle Buen Pastor de Mislata la tarde del 24 de diciembre de 2020. Sin embargo, los numerosos antecedentes de suicidio de la víctima y las declaraciones de algunos testigos que refrendan la coartada del principal sospechoso, al haberlo visto paseando con el perro a esa hora, hacen que la tesis del suicidio cobre fuerza.

Pero con lo que al parecer no contaba el presunto asesino es que, pese al deteriorado estado del cadáver por la acción del fuego, el resultado de la autopsia tumbaría por tierra cualquier posibilidad de suicidio o muerte accidental. Tras meses de trabajo los forenses del Instituto de Medicina Legal de València acotaron la data de la muerte al mediodía, horas antes de declararse el incendio, según el contenido gástrico hallado en el estómago, con alimentos aún en proceso de digestión, lo que indica que la víctima hacía poco que había comido.

Pero la autopsia iba a aportar luz a otros aspectos todavía más incriminatorios para Juan José G. H., el policía local jubilado detenido el pasado jueves por el presunto asesinato de su mujer, Amparo Cortés, de 58, y por provocar un incendio para tratar de ocultar su crimen. Por un lado pronto se descartó que la mujer estuviera viva cuando se inició el fuego, al no encontrar presencia de productos de la combustión en los pulmones. Asimismo, en un examen más en profundidad los forenses hallaron unas pequeñas lesiones cervicales con acumulación de sangre compatibles con una muerte por asfixia mecánica. Es decir, la causa más probable, tras descartar una a una todas las de más hipótesis, es que Amparo fuera estrangulada.

Una vez aclarado que la mujer no falleció en el incendio y que estaba ya muerta cuando éste se originó, cobran mayor importancia los informes de la policía científica y de los bomberos sobre el origen y desarrollo del fuego. Por un lado el informe de los Bomberos del Consorcio Provincial establecía que se trataba de un fuego confinado en la zona del comedor, «de combustión lenta». Por el otro, el informe de la Brigada de Policía Científica concluye que «el incendio fue provocado por una acción humana de etiología desconocida», descartando a su vez, y antes de conocer la autopsia, la posibilidad de una voluntariedad suicida.

Hasta llegar a esta conclusión los especialistas en incendios de la Policía Nacional realizaron dos inspecciones en el domicilio calcinado. En la primera, llevada a cabo cinco días después de los hechos, hallaron restos de acelerantes de la combustión, concretamente gasolina. En la segunda, por contra, no se encontraron vestigios de ningún acelerante. Eso sí, esta segunda fue realizada a finales de enero, cuando ya no estaba precintada la casa y el sospechoso contaba de nuevo con las llaves de la misma por lo que podía para entrar y salir a su antojo.

Asimismo, los agentes de la científica también descartaron cualquier posible fallo eléctrico como origen del fuego. E incluso la posibilidad de que el mismo se hubiera iniciado por un cigarrillo, opción a la que se aferraba en un primer momento el sospechoso, ya que su mujer era fumadora. Los agentes llegaron a colocar cigarrillos encendidos sobre los reposabrazos del sillón gemelo del quemado y, dado que no ardía, aplicaron incluso llama directa con idéntico resultado, lo que les llevó a descartar dicha posibilidad.

Otros indicios

También hay una serie de indicios y matices que todos juntos hacen que los investigadores tengan la certeza de la implicación del arrestado, quien se encuentra ya en prisión provisional, medida que acordó el Juzgado de Instrucción número uno de Mislata el pasado viernes. Por ejemplo, la extraña actitud mostrada por el sospechoso tanto en el momento del incendio como en los días posteriores. De hecho, especialistas en Análisis de la Conducta (SAC) de la Unidad Central de la Policía Nacional examinaron minuciosamente la llamada que Juan José G. H. efectuó al teléfono de emergencias y concluyeron que ésta no es creíble.

Del mismo modo, los antecedentes de malos tratos en la pareja o el hecho de que el sospechoso hubiera contratado un seguro de hogar poco antes de producirse los hechos, tampoco ayudan a la hora de creer su inocencia.

Y, por si todo ello fuera poco, está el hecho, que también recogen los investigadores en su informe, sobre la muerte de una mujer en el año 2000 como consecuencia de un incendio en similares circunstancias a éste, que se produjo curiosamente dos días antes de que ella tuviera que declarar como víctima en un juicio en el que Juan José G. H. se enfrentaba a diez años de cárcel por violación. Al no haber prueba preconstituida con el testimonio de la víctima, el policía acabó absuelto.

Pero quizás, la prueba más contundente que podría llevarle a ser condenado es una extraña llamada de 24 segundos realizada desde el teléfono de la víctima al de su marido a las 19.30 horas de esa misma tarde del 24 de diciembre. Con todo lo anterior acreditado por forenses, especialistas en incendios e investigadores del grupo de Homicidios, e inicialmente de los de la Comisaría de Mislata, esa llamada solo la pudo hacer su asesino, porque Amparo llevaba horas muerta.