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Un asesino en serie sin condena ejemplar

Un asesino en serie sin condena ejemplar

El mediático juicio contra el asesino de Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas, que se prolongó durante más de un mes entre junio y julio, nos dejó la primera condena a un asesino en serie valenciano desde Joaquín Ferrándiz –que precisamente este año ha comenzado a disfrutar de sus primeros permisos penitenciarios y que saldrá en libertad este 2023–. Un jurado popular declaró a Jorge Ignacio Palma Jacome culpable de asesinar a tres mujeres e intentarlo con otras siete introduciéndoles cocaína de alta pureza a traición en sus genitales. Además de los asesinatos, tres de ellos consumados y seis en grado de tentativa (la séptima víctima solo estaba representada por la Fiscalía, que no acusaba por dicho delito) se le condenó también por diez delitos contra la libertad sexual con la agravante de género y por el tráfico de drogas.

Marisol, madre de Marta Calvo, al término del juicio. miguel ángel montesinos

Sin embargo, pese a la gravedad de los hechos declarados probados en sentencia, el asesino en serie ha logrado, por el momento, esquivar la prisión permanente revisable por una cuestión semántica y la interpretación de la magistrada. «Luchamos por una condena ejemplar; esta es un insulto a la sociedad», aseguró tras conocer el fallo Marisol Burón, madre de Marta y la persona que logró con la insistente búsqueda de su hija destapar al asesino en serie y evitar así que éste siguiera matando. Realmente fue la propia Marta Calvo, con la ubicación que le mandó a su madre desde la localidad de Manuel la noche en la que fue asesinada quien daría pie a la caída de este asesino serial.

Cuando todo el mundo esperaba y daba por hecho que con el veredicto de culpabilidad del jurado solo cabía la prisión permanente revisable (PPR), la mayor pena que contempla el Código Penal español, al tratarse de tres asesinatos consumados, incluso con la posibilidad de tres condenas a PPR ya que en los tres casos se acreditaba el delito sexual aparejado a las muertes, la sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia fijaba la pena en cerca de 160 años de prisión, con un máximo de cumplimiento de 40 años.

Los recursos presentados por las acusaciones pretenden ahora terminar con la polémica lingüística sobre el tiempo verbal utilizado en la redacción del artículo sobre la prisión permanente revisable: «Al reo de asesinato que hubiera sido condenado por la muerte de más de dos personas», y que se le imponga la pena máxima al triple asesino.

De lo que no quedó dudas tras la celebración del juicio, celebrado entre el 13 de junio y el 18 de julio, es de la intencionalidad homicida de Jorge Ignacio Palma, de 41 años y nacionalidad colombiana, y de cómo atacaba a sus víctimas de forma sorpresiva tras intoxicarlas, sin que tuvieran capacidad alguna de defensa, utilizando como arma cocaína de alta pureza. También, como sostenían la Fiscalía y las acusaciones particulares, la sentencia estableció que los ataques se produjeron desde una posición de dominación sobre las mujeres, de ahí la agravante de género.

De igual modo, el fallo reflejaba «la perversidad» de Jorge Ignacio Palma, quien seleccionaba a «víctimas de un colectivo marginal» –todas ellas eran prostituidas–. «El autor utilizaba a estas mujeres a sabiendas de que, en cualquier caso, si sobreviven, no le denunciarán, porque nadie hará caso de sus denuncias. Y si no sobreviven, nadie dará importancia a su muerte», argumentó la magistrada.

Durante las sesiones del juicio los miembros del jurado pudieron escuchar el desgarrador relato de las víctimas supervivientes, quienes detallaron, cada una desde su experiencia, el modus operandi del asesino serial. Todas ellas relataban haber sufrido unos efectos similares tras ser drogadas sin su consentimiento, sin ser conscientes de ello y enmascarado bajo una ‘fiesta blanca’ que nada tenía que ver con lo que el condenado hacia con ellas.

La condena pone punto y final a la espiral criminal que entre junio de 2018 y noviembre de 2019 llevó a cabo Jorge Ignacio Palma, pero con un castigo que no contenta a las acusaciones y con una incógnita todavía en el aire; ¿dónde está el cadáver de Marta Calvo? Su asesino mantuvo en el juicio la versión del descuartizamiento y de haber tirado sus restos a unos contenedores, pero los testigos descartaron dicha posibilidad tras el rastreo de cientos de toneladas de basura en el vertedero de Dos Aguas. El único consuelo que les queda a los familiares es que tras los recursos interpuestos se le imponga esa condena ejemplar que esperaban en base al contundente veredicto del jurado.

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