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Los expertos, sobre el crimen de Elx: "Cualquiera es capaz de cometer una barbaridad"

Dos psiquiatras y una psicóloga coinciden en que el triple crimen del parricida de Elx debe estudiarse desde un enfoque multifactorial y piden que se evite justificarlo con uno solo

El parricida de Elche pasará como máximo 5 años en un centro de menores en régimen cerrado

El parricida de Elche pasará como máximo 5 años en un centro de menores en régimen cerrado

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El parricida de Elche pasará como máximo 5 años en un centro de menores en régimen cerrado J.M.Bort

«Cualquier persona puede cometer una barbaridad». La sentencia es compartida por la psiquiatría y la psicología, las dos ciencias que intentan dar explicación estos días a por qué Santi, un adolescente de 15 años sin ninguna enfermedad mental diagnosticada, fue capaz de matar a sus padres y a su hermano de 10 años en su casa de Elx con una escopeta de caza tras prohibirle, supuestamente, el uso de internet a causa de las malas notas.

Todos los que exploran a fondo la mente humana coinciden: «Somos capaces de lo mejor y de lo peor en unas circunstancias concretas». Es una forma de advertir que el mal como concepto, y todos sus derivados, no puede ser rechazado en términos absolutos, sino que hay que intentar comprenderlo como algo propio del ser humano para procurar ser capaces de prevenirlo y controlarlo.

Incluso un caso tan inhumano como el de Santi, por mucho que nuestro cerebro no pueda procesarlo. Y ese proceso comienza en este caso, según los expertos, por asumir que vivimos en una sociedad que fomenta la baja tolerancia a la frustración de los jóvenes. En la que hay psicópatas, también, pero las pistas no apuntan ahí.

Ni un videojuego ni un libro ni el acceso a una escopeta de caza ni una enfermedad mental hacen de un niño un asesino. «Todo apunta a una causa multifactorial», señala el psiquiatra valenciano Miguel Verdeguer Dumont. Culpabilizar de forma aislada a uno solo de esos factores es el recurso fácil estos días en las redes sociales. «De forma muy genérica, te diría que cualquiera es capaz de lo mejor y de lo peor en función de unas circunstancias muy concretas», asegura Miguel Hernández, psiquiatra del Hospital Clínico de València.

«La gente intenta tranquilizarse ante hechos como este pensando que son a causa de una enfermedad mental. Pero muchas veces no la hay, sino que puede deberse a una reacción impulsiva, porque esa persona pudiese estar sobrepasada por un cúmulo de circunstancias que diese lugar a esa reacción», añade el experto en relación con las conductas que calificamos de ‘inhumanas’, siempre desde la prudencia de no conocer el caso con más detalles.

Según el relato, el menor de 15 años no planificó el triple parricidio y los asesinatos fueron por impulsos, en cadena. En su instituto, nadie había detectado en él señales de ser problemático o violento. Un chico aparentemente normal en todo.

«La evaluación psicológica y psiquiátrica servirá para conocer los motivos. Normalmente se conjugan muchas variables para que algo así pueda ocurrir», opina Verdeguer Dumont, especialista en psiquiatría. Como ocurre en los accidentes de avión, vienen a decir los expertos, el sistema no se colapsa por un hecho puntual, sino por una concatenación de factores.

«La adicción a los videojuegos, el carácter, las relaciones familiares y sociales y, por supuesto, tener a mano un arma en casa, que facilita el desenlace, forman un conjunto de variables que, presuntamente, podrían explicarlo», apunta Verdeguer. La baja tolerancia a la frustración aparece en todas las opiniones psiquiátricas como un factor evidente en relación al parricidio de Elx, un problema que llena las consultas de psiquiatras y psicólogos en los últimos años. «Tengo muchos adolescentes y la mayoría tienen problemas de baja autoestima y de baja tolerancia a la frustración, y normalmente es una conducta muy mimética, que se contagia de unos a otros», añade Verdeguer, que apunta a un fallo en la base del sistema, la educación.

«Hay mucho problema de intolerancia, que provoca acoso escolar y otras conductas. Ya no hablamos tanto de problemas psiquiátricos, sino de cerebros en formación, en periodo de modelaje, que han crecido sin el valor de la cultura del esfuerzo y ya resulta muy difícil cambiarlo. De ahí ese trastorno adaptativo», asegura Verdeguer Dumont.

«Las patologías graves siempre son las mismas, su prevalencia no aumenta ni disminuye, pero es verdad que si una persona no se cultiva en el esfuerzo, se puede romper antes. Es un trastorno adaptativo, ya que uno no está acostumbrado a esforzarse, a sufrir», añade.

El mensaje del psiquiatra es claro y directo: ‘Fabricamos’ niños consentidos que no son capaces de asumir los límites. El cerebro se convierte en una bomba emocional que un día puede hacer crack porque no se adapta a la vida real, que tiene sus reglas. Desde lanzar el mando de la televisión contra la pared, darle una patada a la mesa o, en casos más extremos, recurrir a la agresión. «Está a la orden del día», apostilla Verdeguer. Buenos factores predisponentes en la etapa de maduración cerebral evitan factores desencadenantes como el de Santi y viceversa, viene a decir.

Establecer límites a los hijos, darles responsabilidades desde pequeños, es la mejor prevención. «Si no, luego no se puede. Pero esto es excepcional. Hay muchos que pueden tener problemas y no por esto asesinan a gente, por eso hay que valorarlo profundamente», explica Miguel Hernández. «Un chaval puede tener una adicción importante a los videojuegos, y cada vez que se lo prohíben se enfada porque es lo más importante de su vida en ese momento. Hay veces que ya está enfadado de fondo porque le ha ocurrido una serie de cosas, y si hay un desencandenante puede acabar provocando ese estallido de ira. Es como un vaso que se va llenando», añade el psiquiatra del Clínico. Volvemos a lo mismo: intolerancia a la frustración.

La edad como pista

¿Brote psicótico? ¿Enfermedad mental? La experiencia le dice a Verdeguer Dumont que el caso del quinceañero no cuadra con ese diagnóstico. «Con 15 años, no lo creo. No definiría la patología, habría saber qué pasó. No se puede descartar una enfermedad, pero no tiene porqué, porque está en el límite, ya que estas patologías empiezan a manifestarse a a partir de los 17 o 18 años. Es como cuando alguien habla de un brote esquizofrénico a los 90 años. No. Llegas tarde. La edad contribuye mucho a saber lo que puede haber pasado», explica.

Según el relato de Santi a la Policía, tras el tercer asesinato, el de su padre, se duchó y se hizo la cena antes de subir a su habitación a seguir jugando. Esa frialdad ha dado pie a buscar el motivo en un trastorno psíquico grave. «A esa edad, puede haber trastornos de personalidad que pueden cursar con esa falta de conciencia. Los grupos violentos no tienen conciencia de ser violentos», explica Verdeguer Dumont, que pide una mayor vigilancia al día a día de los adolescentes para prevenir las consecuencias de los trastornos de personalidad propios de la adolescencia en un país, España, «donde el sistema público está colapsado ante los problemas de salud mental, agravados por los efectos de aislamiento social de la pandemia». «Hay que estar atentos. La sociedad americana, por ejemplo, es muy abierta para ir al psiquiatra ante cualquier desorden. La salud mental no tiene esa estigmatización». Entendemos por salud mental las psicopatías y los trastornos psíquicos. De los primeros hay unos pocos. Los segundos son el pan de cada día.

Las altas cifras de suicidio, tercera causa de muerte en los jóvenes españoles, explican, según Verdeguer Dumont, el alcance del problema. «Hay un aumento de las enfermedades mentales leves y esto está relacionado con el aumento de los suicidios y, sobre todo, de las tentativas de suicidio».

Consuelo Tomás, psicóloga clínica y directora del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones no Tóxicas, asegura que con la adicción a los videojuegos ocurre como con la de las drogas. «Es una forma de evadirse que explica, muchas veces, otros problemas de fondo. Los psicólogos tenemos que ponernos serios con esto: hay que analizar en cada persona qué ha ocurrido y no caer en lo fácil. Cuando hay un asesino tiene una enfermedad mental, cargamos contra ellas. Si es extranjero, cargamos contra ellos», apostilla la psicóloga.

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