Piense en un cordero al que hubiera puesto un nombre y cuidado durante semanas ¿Se lo comería? Seguramente, no; con la nevera llena, claro, porque bien es sabido que en circunstancias extremas, perdidos en los Andes tras un accidente de avión o sin llegar ahí, con dificultades para acceder a la comida debido a la pobreza, algunos dilemas dejan de tener sentido. Pero en nuestra sociedad del bienestar, cada vez más concienciada contra el maltrato animal y motivada a seguir las recomendaciones médicas y climáticas para reducir el consumo de carne, el asunto de la alimentación ética está presente y ya se graba un programa de telerrealidad para mostrar cómo convivir con los animales puede cambiar actitudes.

Demostrado está que rechazamos comernos a las mascotas, nos horroriza saber que en algunos países asiáticos guisan a los perros, los norteamericanos no prueban el conejo al ajillo ni con ninguna otra salsa, así que convirtamos a los animales de granja en mascotas y no nos los podremos comer. Esta es la idea del reality de la productora británica 'Spun Gold TV' que se emitirá en Channel 4 el año que viene. Quieren mostrar «la realidad del viaje que hace un animal desde el campo al plato», su comportamiento e interacción con las personas, denunciando a la vez las condiciones productivas de las granjas y el impacto medioambiental de la industria cárnica.

Cuatro familias amantes de la carne a la parrilla adoptarán durante tres semanas a un cerdo, un pollo, un ternero y un cordero, respectivamente. Al final del periodo de acogida tendrán que decidir si salvarlo o comérselo. Los participantes no compiten por un premio, en metálico o en especies, solo se prestan a experimentar una situación emocional vigilados por las cámaras tras la cual es muy posible que se pasen al vegetarianismo, teniendo en cuenta que en los reality «todo se magnifica». Que les pregunten a los seguidores de la inclasificable relación entre un tal Maestro Joao y Pol Badía en la casa de la sierra madrileña de «Gran Hermano».

Sin duda el roce hace el cariño. En vez de poner distancia, banderas y barricadas de por medio, los políticos catalanes podrían fijarse en este formato televisivo y montar jornadas de convivencia encerrándose juntos independentistas y no independentistas. Sin cámaras.