Investigadores británicos han confirmado que el relato de un monje medieval de "una señal maravillosa que descendió cerca de Londres" en el año 1195 corresponde a la descripción de un rayo globular, un extraño fenómeno atmosférico que todavía no se conoce muy bien.

Los rayos globulares son fenómenos misteriosos y deslumbrantes relacionados con las tormentas eléctricas. Se describen como objetos esféricos luminosos que pueden tener hasta varios metros de diámetro y que no duran más que la fracción de segundo de un rayo.

A veces descienden de las nubes, otras veces se materializan repentinamente, ya sea en interiores o exteriores, y se meten en una habitación a través de una ventana, ya esté cerrada o abierta, a través de paredes delgadas no metálicas, y también a través de la chimenea.

La existencia de los rayos globulares está científicamente probada, y los relatos que los describen aparecen en una variedad de registros a lo largo de los siglos desde la época de los antiguos griegos.

Gervase de Canterbury fue un monje inglés que describió en las crónicas de la catedral de Canterbury el impacto de un asteroide en la Luna ocurrido la noche del 18 de junio de 1178. Aunque es más conocido por este relato que asombró al mundo de entonces, Gervase de Canterbury también dio cuenta 17 años después de una experiencia diferente.

Relato confirmado

Afirmó que "una señal maravillosa descendió cerca de Londres" el 7 de junio de 1195. Según su relato, una nube densa y oscura, que emitía una sustancia blanca, creció en forma esférica debajo de la nube, de la cual cayó hacia el río un globo de fuego.

Aunque nunca se ha podido saber si lo que vieron los residentes de Canterbury en 1178 fue el surgimiento de un cráter en la Luna, una nueva investigación de la Universidad de Durham ha confirmado que el relato de Gervase de 1195 sobre una bola blanca surgida de una nube negra corresponde a la visión de un rayo globular.

Este reconocimiento, publicado en la revista de la Royal Meteorological Society, es importante porque hasta hace 60 años la mayoría de los científicos asumía con escepticismo los relatos de los rayos globulares.

Experimentos de laboratorio realizados con posterioridad, el primero en 1904 de la mano de Nikola Tesla, han comprobado que los rayos globulares pueden producirse en medio de una tormenta eléctrica, pero todavía se desconoce cómo se generan.

Representación de 1901 de un rayo globular. Grabado antiguo de dominio público.

Antigüedad reveladora

Dar credibilidad a la crónica de Gervase de Canterbury, compuesta alrededor de 1200, convierte a su relato en uno de los más antiguos que se conocen sobre los rayos globulares.

El siguiente relato más cercano de Inglaterra data de 1638 y ocurrió durante una tormenta eléctrica masiva que tuvo lugar en Devon, a unos 400 kilómetros de Canterbury.

Los autores de la nueva investigación, Brian Tanner y Giles Gasper, destacan que Gervase tenía un buen historial en la descripción de eventos inusuales, incluidos eclipses, lo que aumentó para ellos su credibilidad como observador.

"Dado que Gervase parece ser un reportero confiable, creemos que su descripción del globo de fuego en el Támesis el 7 de junio de 1195 fue el primer relato completamente convincente de un rayo globular en cualquier lugar", señala Gasper en un comunicado.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron la credibilidad de Gervase como escritor y testigo, habiendo examinado previamente sus registros de eclipses y una descripción de la división de la imagen de la Luna creciente.

Otros relatos

Fuera de Inglaterra, se han producido más relatos sobre estos enigmáticos y anómalos fenómenos atmosféricos.

En 1908, en Siberia, se habría producido otro avistamiento de rayo globular, según el relato del explorador ruso Vladimir Arséniev.

Habló de que, en condiciones climáticas tranquilas, había contemplado lo que denominó un "rayo esférico" mientras estaba a unos 900 km hacia el noreste del puerto de Vladivostok, en el Pacífico, y a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Se estima que el 5 por ciento de la población de la Tierra ha visto alguna vez rayos globulares. Este porcentaje es aproximadamente el mismo que la fracción de la población que ha visto un relámpago ordinario a corta distancia, es decir, lo suficientemente cerca para ver el punto directo del impacto del rayo, destaca al respecto Scientific American.

Referencia

A marvellous sign and a fiery globe: a medieval English report of ball lightning. Giles E. M. Gasper, Brian K. Tanner. Weather, 26 January 2022. DOI:https://doi.org/10.1002/wea.4144